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martes, 23 de febrero de 2010

Palabras de aliento

No a toda la gente se le da con facilidad la expresión escrita, y es que he leído textos que parecen copiados de alguna revista estudiantil de la facultad de periodismo El Chayote Volador, lo raro es que quienes los firman, son encumbrados personajes de la telera nacional, no digo nombres, ni caso tiene, si las estrellitas televisivas son fáciles de identificar, además, los lectores no son tontos, me refiero a los que se asoman a todos los artículos de la prensa escrita, a ustedes, asiduos fans, los tengo en un altar aparte, escondiditos en el sagrario del íntimo orgullo, es decir, en español norteño, se cuecen aparte, porque amén de inteligentes, son perspicaces y por si fuera poco, mis inseparables cómplices de lo cotidiano.
Los que se alquilan para publicar lo que debería de quedarse en un cuadernillo a doble raya, se quedan en el limbo de lo no nato, o lo que es peor, de lo que nació muerto, y es que las palabras tienen que ser aliento y no sepultura, de nada valen sus esfuerzos estériles por demostrar que son capaces de comunicar, si lo que escriben no tiene consistencia, son endebles los mensajes como abyectas las intenciones, el tiempo implacable juez cercena de un hachazo lo podrido y lo bueno, lo eleva a la categoría de lo perenne, es en ese sitio, en donde moran los evangelios de las buenas plumas, no por nada, hay autores que siguen palpitando con sus emociones en los asombrados ojos de sus lectores, y de ellos, es el reino de los justos.
Algún día tendrá que emerger la nueva raza de los periodistas íntegros, de esos que no hay moneda que los compre, de los que no presuman de sus amigos políticos o de sus compinches de marrullerías, yo si tengo fe en que los comunicadores de esta naciente generación vendrán a destacarse para vergüenza de muchos y orgullo de los que amamos la verdad, y ya están aquí, paseándose entre nosotros con hambre de ser, pero la corrupción espiritual que deambula viciosa entre los cínicos del oficio, les ha cerrado los caminos, sin embargo, no tengo ninguna duda de que sabrán librar los escollos, porque el talento triunfa por encima de las iniquidades.
El periodismo es vocación de servicio, algunos que se sirven de sus posiciones privilegiadas, cometen dos abyectos crímenes; uno contra los ciudadanos, el otro con el compromiso tácito de luchar por los verdaderos ideales de libertad y de justicia, no sé si les he platicado que solamente una vez me han censurado una Guillotina, eso fue hace muchos años, casi veinte, y en ese entonces, era más joven de lo que soy ahora, porque ya saben que los que nos negamos a envejecer, no contabilizamos los calendarios, solamente los vemos pasar, la dueña del periódico que pagaba mi salario, me dijo: “esta columna no puede pasar porque hablas de mi comadre y ya habías publicado una en su contra” todavía se dio el caprichoso gusto de suspenderme tres días y paciente acepté el injusto como inmerecido castigo, para consolarme de la reprimenda me fui a La Cabañita a quejarme con Mauricio González de la Garza quien jubiloso me recibió entre gritos de contento, cuando le expliqué el motivo de mi visita, me dijo: “pero cuál ha sido el problema, si tú dices que esa es la verdad, te creo, déjame hablar con ella” y cruzó todo el patio en donde había un espejo de agua refulgiendo de cara al sol, yo iba detrás de él, se detuvo a dos metros de distancia de su interlocutora, y arropándome con un abrazo, le espetó: “no tienes ningún derecho a coartar la libertad de expresión de ninguno de tus colaboradores, y menos del más brillante de todos los que tienes, el hecho de que no estés de acuerdo con lo que escribe no te autoriza a escamotearle ni una sola línea de su columna”. Para celebrar el triunfo de la verdad, me recitó unos hermosos sonetos nacidos de su profunda inspiración, mientras, yo, a sorbos, bebía satisfecho, en copa de cristal, servida por sus manos, unas gotas de misterioso coñac con acentos de ambrosía.

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