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jueves, 4 de febrero de 2010

Enciendan los Faroles

Desde huerco, escuchaba en la radio, la voz de don Juan Pérez Ávila, afirmando: “si el pueblo dice que es de noche hay que encender los faroles” y ahora, en mi adultez, he entendido lo que el decano periodista nos ha querido decir a sus radioescuchas, es exactamente lo mismo que la alocución latina: “Vox populi, Vox Dei”, por esa poderosa razón, me extraña que nuestro presidente Felipe Calderón, desde Japón, defienda la impugnación que ha interpuesto la PGR para detener la aprobación de la ley de matrimonios entre personas del mismo sexo, por supuesto que me queda muy claro que dicho recurso tiene línea directa desde Los Pinos que se ha convertido en una especie de sacristía pintada de azul de la arquidiócesis de México, y es que los panistas no se han percatado de que las preferencias sexuales no son asunto que competa a nadie, más que a los propios involucrados, es decir, ni a la iglesia, ni al gobierno debería de importarles, ya que aunque ahora se haya puesto de moda a raíz de la denodada defensa de los perredistas capitalinos, la jotería es más vieja que caminar para adelante, pero lo más extraño es que hayan declarado inconstitucional lo de los matrimonios, aferrándose a los artículos 146 y 391 del Código Civil para el Distrito Federal, que regulan las figuras de matrimonio y la adopción, la dependencia que ya se vio que sirve para dos cosas, y a veces ni para eso, asegura que el citado código contra viene el principio de legalidad, pues la reforma se aparta del fin constitucional de protección de la familia, o sea, esas son ganas de jorobar con algo que no viene ni al caso, nada más les falta agregar que si los gays se casan y adoptan niños, esos niños, por el ejemplo se harán maricones, lo que por imbéciles no se han dado cuenta es que casi todos los homosexuales han sido educados por un matrimonio heterosexual, si esa fuera la premisa, pues no serían lo que son, así que a otro hueso con ese perro, o como se diga, lo bueno, según el abogado investigador de la UNAM, Miguel Carbonell es que no va a prosperar hagan lo que hagan, ya que como quiera todos los que así lo deseen se podrán casar y hacer gran pachanga, mientras revisan tal freno de la PGR los altos magistrados de la nación. No lo digo yo, sino lo dice el enorme Oscar Wilde: “Lo único capaz de consolar a un hombre por las estupideces que hace, es el orgullo que le proporciona hacerlas”.
Sin embargo, se acuerdan que Agustín Soberanes no defendía ni a los viejitos de los asilos, nuestro actual obdusman Raúl Plascencia, ha dicho con sobrada dignidad, que no interpondrá una acción de inconstitucionalidad contra la legalización de los matrimonios gay. “Hemos analizado el asunto con cuidado desde el punto de vista jurídico y nos parece que debe garantizarse el ejercicio de los derechos y libertades de todas las personas, sin distinción alguna; en virtud de ello, he considerado no interponer la acción correspondiente”.
Lo que he dicho en líneas anteriores, que la voz del pueblo es la voz de Dios, es la verdad, y aunque estos hijos de Gómez Morín y los descendientes de Torquemada quieran impedirlo a toda costa, ya nada podrán hacer a ese respecto, primero porque se votó, se aprobó con la mayoría y ni modo que echen para atrás una decisión tomada por el 50 más uno, acaso no es eso la democracia tan cacareada por el gobierno, entonces que se pongan firmes y respeten la voluntad popular.
Lo que no se han puesto a pensar los panistas que si les dan vara alta a los mochos curas, al rato van a querer prohibir la pastilla anticonceptivas y a retirar a las sexoservidoras de circulación, porque atentan contra la moral pública, en fin, ya hice mi entripado del viernes, lo bueno es que no comí tamales de venado con puerco el día de la Candelaria, sino a estas horas ya estaría hecho nudo en el piso sudando frio y vomitando espuma verde como la niña del Exorcista. Ni lo mande Diosito santo.

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