lunes, 22 de febrero de 2010
Olímpica ineptitud
No están ustedes para saberlo, queridos lectores, pero no se crean que tampoco es tan fácil llenar un espacio en blanco para publicar a diario esta Guillotina, que según un sondeo rápido realizado por mi tía Chole, es la más leída del pueblo y ranchos circunvecinos, ya que siempre hay tanta tela de donde cortar, que me quedo con la idea de que pude haber hablado de otro tópico que podría haber resultado más interesante que el que abordé, y siendo como soy, un sencillo columnista, merodeador de las ajenas vidas, asombrado de las reputaciones pueblerinas, luego de tantos años en el oficio, suelo colocarme en el dilema existencial de que, al comunicarme con un público tan extenso, tan rico en diversos aspectos socio culturales, a lo mejor el artículo no a todos les parecerá atractivo, pero fuera de esos pruritos con los que me topo, para mí es un placer, sentarme ante la computadora y confeccionar cada intento que aparece en este discreto espacio de la página tres que editan mi amigos: Jhovanni Raga y Roberto Lozano, a los que conocí en 2008 cuando acudía a la sala de redacción de Líder Informativo.
No sé que me ha pasado últimamente, pero con eso de que Javier Aguirre anduvo de hocicón en la madre patria, pues ya le di su repasada en esta columna, también me referí con más pena que gloria al futbolista inglés John Terry respecto a su triple deslealtad; con su mejor amigo, su esposa y sus fans, ahora, luego de asomarme al canal 22 en donde transmiten los juegos olímpicos de invierno con una runfla de comentaristas amanerados quesque muy doctos, cultos y sabihondos, pues como podrán imaginárselo, no puedo soslayar ese hecho y tendré que abordar nuevamente el tema del deporte, en este caso de las olimpiadas que antes de empezar se tiñeron de la sangre de un atleta que en un entrenamiento perdió la vida en una pista mal hecha, tengo que aclarar que no soy fan de ninguna disciplina, de hecho, no creo que en nuestro país, donde ni siquiera hay nieve para echarse un buche, a menos que sea de sabores, haya suficientes seguidores de los congelantes deportes, naturalmente que algunos snobs, de esos que abundan en nuestra pauperizada patria y que por mamones se van dizque a esquiar a las montañas nevadas, los del globero pueblo, acuden a Aspen pero me los imagino tan extravagantes como un pingüino caminando en plena Guerrero bajo los solazos de la canícula.
El Canal 22 es una televisora en la cual transmiten programas netamente culturales, ya saben ustedes, con contenidos de fondo, aunque de repente cometen una que otra barrabasada, pero eso es apunte para otra columna, y los organizadores de los juegos olímpicos que se celebran en Ontario, Canadá, ofrecieron a Televisa y a TVAzteca que se hicieran cargo del uso público de las imágenes, ellos, nada tontos a la hora de los centavos, viendo que no era negocio, declinaron la oferta, y no sé como estuvo el asunto, algunos mal pensados, dieron a entender que cedieron los derechos a la inexperta empresa en cuestión deportiva, por puro despecho, es decir, que como nadie quiso sonar los metales para obtener el beneficio, pues se lo regalaron a la más fea y la más pobre, pero con tan mala pata que los directivos no pudieron preparar a sus comentaristas ni siquiera para aparecer a cuadro con cierto decoro, y no me refiero al aspecto personal, que como quiera, sus periodistas tienen hartas horas de programación ya recorridas, sino al otro, al estricto conocimiento de los deportes invernales y al manejo adecuado del taiming para narrarlos, porque lo que yo vi, era de dar risa, hubo alguno de esos sonsos ladeados, que tradujo las expresiones de aliento de los distintos idiomas de los deportistas como para presumir que es muchilingüe, pero quieren ver los juegos olímpicos, les recomiendo que lo hagan a través del KGNS o cualquier otro que tengan en el cable, para vergüenzas no gana uno con estos canales mexicanos de pacotilla, que les costaba haber dicho, no puedo, no sé, no me da la gana y se hubieran ahorrado la pena de ventilar su ineptitud. Ya dije.
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