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jueves, 25 de febrero de 2010

Don Raymundo Ríos Mayo

El día de la bandera, antes, muy antes, era un gran acontecimiento, pero como a los inteligentes adaptadores de nuestros libros de texto, es decir los encargados de realizar los planes de estudio o como se llamen esos pomposos análisis de la educación básica que dizque sirven para elegir lo que necesitan saber nuestros huercos en las diversas asignaturas, nada más porque los tienen muy azules, dejaron afuera la materia de civismo y se lo comenté alguna vez al historiador paisano Raymundo Ríos Mayo, que estos hijos de Elba Esther Gordillo, en tan pocos años, habían logrado, que los niños no supieran ni la manera de comportarse en público, es más, que ya no tuvieran el mínimo respeto por los adultos, lo malo es que aunada a la mala educación otorgada por la SEP, los papás, en lugar de ayudar a los maestros, chiflan de más a sus hijos, es decir, que si el profesor trata de corregir la conducta rebelde de una criatura, con algún regaño subido de tono, los progenitores van y mínimo le mientan la madre al mentor de su retoño, y esto viene al caso, ahora que me he percatado que el 24 de febrero es como cualquier otra fecha, en mis tiempos (y no empiecen con sus burlas de aaauuuuuu, ya que tampoco soy tan viejito) nuestro lábaro patrio ondeaba en el mástil de la Cosme Pérez durante todo el día para recordarnos que en ese estupendo emblema tricolor, veníamos incluidos los nacidos en esta venturosa tierra.
Don Raymundo Ríos Mayo hombre de bien, cronista de Nuevo Laredo, de mirada acuciosa en el pasado, tiene una estupenda idea, que me ha parecido magnífica, espero que las autoridades municipales sean consecuentes y editen un libro, que no les ha de costar mucho dinero, que se dejen de gastos superfluos como el que van a derrochar inútilmente en las fiestas vernáculas del bicentenario, para que nuestros descendientes conozcan la historia de nuestro solar porteño, y no que, nadie sabe quiénes fueron los prohombres que dieron prosperidad y lustre a nuestra raza fronteriza, que las presentes y futuras generaciones se enteren de la fundación de San Agustín de Laredo hasta la guerra de Estados Unidos de Norteamérica contra México, que vino a dividir el caserío que ya existía en ambas márgenes del río Bravo, también acerca de los aspectos de educación, agropecuario, comercial, industrial, aduanal, y quizás los más actuales de maquiladoras y otros que convinieran para que la juventud conociera las bases de la fundación de esta localidad, con relación a los nombres de personas, subraya Ríos Mayo: “mencionaría a don Gregorio Garza Salinas, que además de ser de los ganaderos pioneros de la organización agropecuaria en Nuevo Laredo desde 1926, 1938 y 1955, fue diputado federal y cuando era diputado, fungió como presidente del congreso del estado, además le correspondió ser gobernador provisional de Tamaulipas en 1924, citaría a Eloy Uribe García, cuyo trabajo en la organización ganadera local, estatal, nacional e internacional le valió el reconocimiento de la Unión Ganadera Estatal, quien creó la medalla al mérito ganadero Eloy Uribe García, la que se ha venido entregando anualmente a ganaderos tamaulipecos, y la que ya está distribuida en todo Tamaulipas, por mencionar otros nombres, a la señorita profesora Constanza García González, Héctor Eugenio González Lugo, Valente Díaz, Militares Teniente Coronel Esteban Ramos, capitán Leopoldo Ramos Martínez, Toribio González Pacheco, coronel Juan E. Richer de la Garza, capitán segundo Alfonso Moreno, general Reynaldo Garza Martínez y muchos otros personajes más, que la mayor parte de los residentes de la ciudad desconocen”.
La verdad es que la historia de Nuevo Laredo ha sido dejada de lado, y si no fuera por seres tan entregados como don Raymundo Ríos Mayo y otros brillantes investigadores, dicha información nunca se habría recopilado, a ver si como colofón de las chabacanas fiestas locales de nuestra independencia nacional, presentan el libro, que sería el mejor regalo para los orgullosos nativos de esta ciudad que ha sido cuna y regazo para sus hijos y amorosa tierra para los fuereños.

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