No que no sean interesantes las costumbres prehispánicas, pero eso de los altares me parece demasiado rebuscado, ya que si de verdad los muertos pudieran bajar del limbo en donde se encuentran dizque descansando en paz, para qué chingaos tendrían que tomarse la molestia de interrumpir su anhelada eternidad sólo para venir a echarse un taco, dos o tres alipuses y oler las flores mustias llenas de mosquitos, digo, yo si fuera difunto ni siquiera voltearía a ver el bonche de comida, además, que los defensores a ultranza de nuestras mexicanas tradiciones no vengan ahora con la alegoría chabacana de que los espíritus absorben la esencia de los opíparos alimentos (me sentí como profesor de español de secundaria de ejido) y andan chacoteando entre los vivos.
Cuando era niño, solía tener miedo a las sombras largas, a los ruidos ajenos a la cotidianeidad doméstica y a lo que mi mente infantil no pudiera comprender del todo, mamá, que ya se los he dicho antes, era una Generala, de esas que con una mirada gobernaba hasta a los fantasmas, me abrazaba fuerte y con voz de trueno, aseguraba: “No seas indejo, los muertos no regresan, tenle miedo a los vivos”, en respuesta, con estos mismos ojos guapos que Diosito lindo me dio, la miraba fijamente como para que se me quedara grabada su imagen, y es fecha, que no hay día que mi santa jefecita no se asome desde mi corazón que es su hogar, para decirme muy quedito: “yo estoy viva en ti”, así que cuando la quiero ver, cierro los ojos para poder soñar con ella.
Siempre se ha celebrado el día de Muertos en nuestro pueblo, pero lo de los altares nunca, y miren ustedes queridos lectores, que mamá adoraba a sus difuntos sagrados, sobre todo a mi abuelo Pancho que para ella era una especie de semi Dios, claro que iba a verlo al panteón para dejar caer una furtiva lágrima, una oración y muchas flores de esas sencillas: mano de león, cempasúchil, margaritas que sembraba en la tierra, porque en ese entonces la tumba no tenía lápida, el sepulcro era un promontorio señalando una ausencia presente con una cruz de madera como cicatriz del tiempo.
Mamá nos llevaba a todos sus hijos para ir a “ver” al abuelo Pancho, para ella era una ocasión especial y se quedaba casi todo el día en el panteón con la mirada resbalándose en el cielo pelón; murmurando recuerdos, mascullando plegarias y en su mirada preñada de nostalgias se podía vislumbrar el futuro, así que para mí, el día de Muertos era como un día de campo, ya que mi hermosa progenitora que tenía manos de sabrosura preparaba las viandas que nos daría, y nunca nos dijo que los sagrados alimentos eran para huelito, jamás se le ocurrió levantarle un altar en ningún lado, si ése lo había erigido en sus entretelas espirituales .
Los norteños tenemos en nuestra información genética un chip distinto a los demás, no somos tan ñoños como los otros y no porque no levantemos altares cursis somos menos patriotas, eso es cosa del sur y del centro de México, nosotros poseemos respeto a los que se fueron, pero no andamos de pusilánimes poniendo florecitas ni veladoras apestosas, que nadie, en estos solares, crea en esas patrañas de que los muertos regresan a este valle de lágrimas, como decía mi tía Sacramento, no significa que seamos insensibles sino prácticos, además , ya lo ha dicho mejor que nadie nuestra paisana la tampiqueña Ana María Rabatté: “No esperes a que se mueran, si deseas dar una flor, mándalas hoy con amor… en vida, hermano, en vida… Si deseas decir “te quiero” a la gente de tu casa, al amigo cerca o lejos… en vida, hermano, en vida… No esperes a que se muera la gente para quererla y hacerle sentir tu afecto… en vida, hermano, en vida… Tú serás muy venturoso si aprendes a hacer felices a todos los que conozcas en vida, hermano, en vida… Nunca visites panteones, ni llenes tumbas de flores, llena de amor corazones, en vida hermano, en vida…
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1 comentario:
Me agrado mucho el escrito y pocas cosas me agradan acepto el consejo de amar sin restricciones en vida y lo pondre en practica!, de hecho encontrar el escrito en este momento de mi vida que debo tomar una desicion fue como una señal... gracias
Siga escribiendo le funciona sobre todo ese saborcito familiar de alguien siempre conocido y cercano me agrado
ana rosa
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