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miércoles, 28 de octubre de 2009

Rosario Castellanos

Se acuerdan, queridos lectores, que les estaba platicando acerca de Rosario Castellanos, una mujer pensante, filósofa, escritora, poeta, es decir, un ser humano de excepción, incluso, en la mayoría de las universidades del mundo contemporáneo la toman como un modelo a seguir en las letras y han hecho sesudos estudios respecto a sus fórmulas casi exactas entre la ética del vivir y la sicología de sus esquemas, porque nadie puede entender que su amor por Ricardo Guerra haya sido tan enfermizo, si hubiera sido una mujer sin entendederas, de esas que se enamoran aunque se las pataleen un día sí y el otro también, y como quiera siguen con el pelado, sería lógica su co dependencia para transitar por los días con ingrávida donosura de tener al lado al hombre de sus sueños, pero ésta mexicana universal, le daba vuelta y media a cualquiera, aún así, con todas sus luces académicas se emperró con ese mujeriego que tenía viejas en cada esquina, claro que no me consta nada de eso, pero quienes conocieron a la pareja, uno de esos amigos cercanos fue el que me platicó a ese respecto, de hecho, éste señor fue como su paño de lágrimas, porque decía que estaba “endiosada” él usó otro término más vulgar, que no puedo transcribirlo sobre el lomo de papel de esta decente página de Show ya que, me lo impiden mis convicciones internas y mi religión católica, o sea que nada ni nadie podía sacarla de círculo tan vicioso, por cierto, circula en los correderos intelectuales una serie de cartas, lo que los soflameros llaman epistolario, que si es bonita palabra, pero nadie, ni siquiera esos que viven inmersos en ese mundo paralelo lo dicen de tal manera y entre líneas se asoman causando espanto unas confesiones que solamente una alma atormentada por el amor no correspondido puede decir.
Claro que si en esas esferas inalcanzables para los míseros mortales se pueden enseñorear pasiones quemantes que en aras del amor transfiguran a los espíritus creadores, qué se puede esperar de la gente de a pie, es decir, de las almas simples que de ejercer los sentimientos se queman en ese fuego abrasador y se hunden en sótanos de angustia al no poder gozar de las mieles del objeto amado: "¿Cómo te diría que estoy triste? Si se tratara de la "vaga, metafísica y vergonzosa tristeza de existir" no habría problema, pues la tenemos bien codificada y definida. Pero esto es otra cosa. No es propiamente tristeza. Inquietud por haber diferido la realización de un deseo, de una esperanza". Dice Rosario en una de las 77 cartas escritas a Ricardo Guerra
Rosario era un ser itinerante, viajó de nuestro continente a Europa, en Israel fungió como embajadora mexicana, pero siendo una escritora inclinada sobre el papel en el cual se veía reflejada como un Narciso se asumía en remitente y destinataria de todas las cartas que sabía no iban a tener eco: "Ahora que ya estoy segura de que lo que hay entre nosotros es real y cierto, le escribiré mucho, sin esperar a que lleguen sus respuestas. Si usted quiere haga lo mismo. Me dará una gran alegría".
"No me deje de escribir nunca. Pero aunque no me escriba, indecente, infecto, yo le seguiré escribiendo siempre. Yo recuerdo que alguna vez te prometí escribirte siempre aunque no obtuviera tu respuesta. Como era de temerse estoy dispuesta a llevar adelante esta promesa, pero me detiene un poco algo: que recibir mis cartas y saber que mi devoción y mi amor continúan inalterables y crecientes te compliquen la vida y te parezca extemporáneo, estorboso e incómodo[...]"
Rosario Castellanos magnífica poetisa mexicana que con su talento le dio lustre a la raza cósmica, por lo visto requería de muletas espirituales para deambular por su extenso mundo interior, conste que la de Acuña, era otra, y de esa hablaré en otra oportunidad. Mañana le daré entrada a una historia local de una mujer que siempre fue “la otra”, muy conocida de todos, trataré de darle un nuevo enfoque para otorgarle interés general. P.D: la postdata es que hoy no hay postdata. Ya dije.

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