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domingo, 18 de octubre de 2009

Borrachera con causa

Hace un par de días me emborraché, reconozco que no tengo ninguna disculpa, pero tampoco la estoy buscando, ya que a veces, luego de la cruda moral respecto a lo que está ocurriendo en nuestro territorio nacional, se necesita un desahogo para no estallar ante tanta pendejada del sistema azul que gobierna de mala manera a nuestra pauperizada nación, ya saben lo que dicen los corruptos comodinos, que si no puedes con el enemigo únete a él, pero en este aberrante caso nadie puede sentirse con la conciencia tranquila si se suma a las filas del panismo recalcitrante que asfixia a México, ya sé, si tampoco soy masón para no pensar correctamente, que el sindicalismo es una mafia que hay que cortar de tajo, pero no así, porque se corre el riesgo de que al rato se forme un sindicato para proteger a los sindicatos que se extingan por decreto presidencial.
Tengo que reconocer que mi embriaguez se debió a un rapto de dicha extrema por el exitazo del taller Laberintus en su gira por los pueblos tamaulipecos, y es que, el talento tendría que ser contagioso para que todos aprendamos un poco de lo que estos muchachos poseen a raudales, a ellos sí, que les den becas completas para que no tengan que chambear para ganarse la vida, y no como algunos jijos burrócratas que devengan un sueldo por estarse rascando sus panzas brillosas, yo si fuera presidente municipal les daría un cheque quincenal para que se dediquen a lo que saben hacer con suma autoridad, pero lo malo es que estos dirigentes nuestros se olvidan de que un buen gobierno debe ejercer el generoso mecenazgo para que nuestros huercos ejerzan con soltura, es decir, sin apreturas económicas, sus dotes artísticas, porque además, y por si fuera poco, también realizan la escritura de sus propias obras, ya que Edoardo Torres, director del talentoso tinglado es el dramaturgo doméstico de las recreaciones de los estupendos histriones, no sé que piensen ustedes, queridos lectores, pero a mí me parece que estamos en el alumbramiento de una portentosa generación que nunca se ha visto en nuestro pueblo globero, y ahora sí, no hay excusas para nuestras autoridades de cultura, ni de educación, a estos formidables actores deben darles la oportunidad de que se presenten con su espectáculo en cada plaza, cada parque, cada colonia alejada, en las escuelas, en esos escenarios virtuales para que los niños, los jóvenes y los viejos conozcan a esta pléyade, además para que se dediquen a producir nuevas obras que vengan a enriquecer nuestras vidas, no lo sé de cierto, pero supongo que no tienen ningún estimulo económico oficial, eso es lo malo de que lo hagan por amor al arte, aunque sé que esa es la única manera de que este tipo de movimientos culturales funcionen de manera correcta, y no digo, no, que el hambre los tire y que el orgullo los levante, pero me opongo a que pongan de su dinero para solventar sus gastos, ya sé que han de estar pensando que soy demasiado radical, pero es que conociendo los entresijos de las malas artes burocráticas que entregan las grandes partidas presupuestales para los buenos para nada que lo único que hacen es sonreír para la foto y a los que generan el trabajo duro de creación, les dan unas partidas pero de dinero casi nada, en fin, que les dedico mi borrachera del sábado a los laberintus, en especial a todos, aunque no conozco a la mayoría, pero dicen los que saben de estos asuntos, que lo que realmente importa es conocer sus frutos y de sus logros se habla en todo el pueblo, por cierto quiero disculparme por no haber podido asistir al Lucio Blanco a presenciar su actuación, pero estuve como Ruperto con un ojo tuerto todo lamparoso, aunque ya se los expliqué en una misiva corta, que de seguro alguien me hizo ojo a mis lindos ojos, porque de la noche a la mañana se fueron apagando como marquesina de teatro a tal grado que tuve miedo de que la infección cortara de tajo mi visión, espero tener la oportunidad de verlos en acción cualquier día de estos y reitero mis felicitaciones cariñosas por su exitoso periplo. Abrazos orgullosos de un paisano dichoso. Ya dije.

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