miércoles, 10 de agosto de 2011
Ninel aventurera
Infancia es destino, eso han dicho los sabios, y no están tan alejados de la realidad, ya que, en mi caso, ha sido mi padre, quien me ha prodigado la buena crianza que ahora presumo, no tengo que presentárselos, si ya sé que todos ustedes, queridos lectores, lo conocen por mi insistencia de honrarlo en esta columna, y es que, aunque parezca que al hacerlo, lo sobre expongo públicamente, de verdad, siempre lo he considerado un hombre fuera de serie, con un aspecto físico casi sobre natural; a finales de este año cumplirá 80 primaveras y varios otoños, y no se ha cansado de vivir en el ejemplo de rectitud, decencia y verticalidad en el ser y en el hacer; tiene mucho pelo, pero increíblemente no tiene canas, nunca ha sido uno de esos viejillos verdes en busca de jovencitas, supongo que, siendo como es, --como siempre ha sido-- guapo y brillante, las viejas le han de haber revoloteado encima; coqueteándole para lograr un acercamiento, tampoco quiero decir que se ha mantenido impávido ante el asedio de las viejas calenturientas, se ha de haber acostado con varias de ellas, de eso no me cabe ninguna duda, dice el viejo refrán que entre santa y santo pared de cal y canto, así que, de seguro, debe haber tenido muchas novias durante el recorrido de su vida, además, eso es absolutamente normal en cualquier hombre con la dosis adecuada de testosterona, pero a lo que voy, es a que, durante mi niñez, en mi casa, como dicen los chilangos en su cortesía chabacana, “su casa”, asiduos fans, lo único que se escuchaba en la vieja consola que reproducía discos de acetatos y casetes que actualmente no se encuentran ni en los museos de la música, eran los “longplays” de los artistas de la vieja guardia, entre ellos, al grandioso “cara de foca” Dámaso Pérez Prado, inventor del Mambo, que dicho sea de paso, ritmo que ha sido uno de los milagros más apetitosos en la historia de la civilización, pues de esos sensuales ritmos africanos, una de las mejores de rumberas, era la cubana Ninón Sevilla, aunque la favorita de mi papá era María Antonieta Pons, que tenía las caderas más rotundas del ambiente artístico de la época dorada del cine mexicano, así que, ahora que me he enterado que Ninel Conde, va a ser la nueva aventurera, me da chingos de coraje, que esta buena para nada, que ni canta, ni baila, ni actúa, vaya a ser la protagonista de la obra de teatro que producen las hermanas Vallejo, que sin estar totalmente seguro, supongo que han de ser parientes del señor Vallejo, empresario que llevaba las caravanas artísticas por todo el país, en un tiempo que ya se fue y no volverá, esa historia de película en la que Ninón Sevilla encarna a Elena Tejero, y el argumento es como de telenovela chafa, resulta que la tranquila vida de la joven cambia radicalmente cuando su madre se fuga con su amante, provocando el suicidio de su padre, sola y sin recursos, la joven emigra a Ciudad Juárez donde busca trabajo sin éxito, al borde del hambre, Elena acepta trabajar con Lucio El Guapo, sin sospechar que su oferta es una trampa para prostituirla, la joven termina bailando en el cabaret de Rosaura, una mujer que lleva una doble vida, y a partir de ese momento se desatan una serie de circunstancias que rodeadas de música y vicio en el congal de la supuesta dama de la mejor sociedad en el D. F, que estando tan lejos de sus amistades de alto pedorraje, en la frontera se gana la vida como madrota, que no es mal oficio, si se toma en cuenta que es el más antiguo del mundo y siempre ha dejado ganancias cuantiosas a tantos celestinos y tantas alcahuetas que han vivido durante muchos años a costillas de las que se levantan tarde, en fin, que no sé a qué santo se le hincará La Bombón Asesino, que canta como si alguien le hubiera agarrado una chichi con la puerta del carro y baila como si acabara de salir de terapia de un Teletón, espero que, por lo menos salga casi encuerada, para que, mínimo, valga la pena pagar un boleto por ir a verle las nalgas a donde se vaya a presentar.
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