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sábado, 13 de agosto de 2011

Cantinflas, cien años

Cantinflas, digan lo que digan los demás, es, sin duda, el mejor cómico del mundo, ya sé que las comparaciones son odiosas, que cada quien tiene su lugar en el mundo del cine, pero hay otros de tan baja denominación, que no puedo dejar de pensar, cómo fue posible que se atrevieran a hacer películas en la misma época en la que don Mario Moreno Reyes estaba rodando verdaderas obras de arte, por supuesto que nunca tuvo adversario alguno, él hacía su chamba y dejaba que los otros, hicieran su labor como Dios les diera a entender, claro que ninguno de esa runfla, ni siquiera Charles Chaplin, es tan universal como el Gran Mimo, además, el gran logro del actor mexicano, es que, sus cintas se volvieron realmente interplanetarias; sus gestos, sus miradas, su caminadito, su modito de hablar, su vestuario, la simplicidad de sus actuaciones, la recreación de su personaje de peladito, de esos que abundan en el D. F, son una verdadera proeza de actuación, ya que, no se percibe forzado, lo único que nunca me gustó de sus guiones, es que, las viejas buenotas nunca se quedaban a su lado, siempre había un galán gandalla que les arrimaba el camarón antes que él y era el que se las almorzaba, naturalmente que Cantinflas no tenía la culpa de las historias, aunque tomaba participación en los argumentos, ya que, el personaje requería otorgarle los matices adecuados, para que sin caer en el ridículo del pastelazo, causara gracia a los espectadores, de hecho, jamás se le vio en sus cintas, como un pendejo, al contrario, le sacaba ventaja al más listo y le brincaba al más valiente, fue tan prodigioso su paso por el cine, que inventó un lenguaje propio, de hecho, la santa inquisición de las palabras, es decir, la Real Academia de la Lengua Española, ha incluido en sus definiciones el verbo cantinflear que según el diccionario significa: “Hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada”, Cantinflas empezó en el cine a los 29 años con “ahí está el detalle”, es cierto que hizo otros papelitos, pero fueron sin importancia, puros personajes como de telón de fondo desvanecidos en un mutis, lo único malo de su paso estelar por la vida, son sus parientes incómodos, ái andan su adoptado hijo tocayo y un sobrino jorobado, peleándose por los derechos de autor para cobrar las regalías; cínicos y cabrones, pelean por algo que no les costó ningún esfuerzo, son como los familiares de los viejitos que nunca cuidan del abuelo o del tío abuelo en sus enfermedades, pero cuando se muere, ahí están para reclamar la herencia, pero eso es más viejo que la roña y con el paso del tiempo podrá cambiar todo, menos el alma humana, que tiene más maldad que la carne de puerco, Jolivud se le negó a Cantinflas, con los gringos filmó “La Vuelta al Mundo en Ochenta Días”, una versión cinematográfica de la obra de Julio Verne, que de hecho obtuvo cinco Oscares y resultó un exitazo en taquilla, ya que, para ese momento en 1956, el Mimo era una celebridad mundial que igual firmaba autógrafos en Paris España, en Buenos Aires o en Chiconcuac, el legado más importante de Cantinflas, es que, a pesar de que el inexorable e implacable tiempo ha transcurrido sin prisa pero sin pausa, sus películas siguen haciendo reír a las nuevas generaciones, no son de esas películas de muestras de cine de arte o de festivales rancios, ni de museos del séptimo arte, al contrario, están más vivas que nunca, más vigentes que siempre, son como si acabaran de salir del horno, se saborean como un pan calientito, al menos, yo no me he cansado de verlas, sobre todo, la de “Si Yo Fuera Diputado” que me recuerda a varios de los cabrones que andan por ahí haciendo como que hacen y no hacen ni madre. Feliz Primer Centenario Bienamado Cantinflas, ojalá nacieran muchos como tú, pero desafortunadamente contigo se rompió el molde.

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