Narciso

Narciso, era un joven de una belleza superior a todo lo que ojos humanos hubieran visto alguna vez, así que, engreído por su apostura, pues se daba el lujo de rechazar a hombres y mujeres, caminaba como la Bikina altanero los miraba sin verlos jamás, pero ya se sabe como es la gente de envidiosa que no puede ver ojos en otra cara, por ello, el pobre muchachito se vio envuelto en líos amorosos, lo que pasaba es que siendo tan bonito, se le antojaba a todos, yo no sé qué tan cierto sea, ustedes conocen a los griegos como han sido siempre de mitoteros, inventaban dioses con poderes bien chingones, como si fueran los eksmens, esos que echan fuego, vuelan y tienen manos de tijeras, según Ovidio, pero no el de los banquetes, sino el filosofo griego, tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso a causa de su hermosura, pero él siempre se hacía como que la virgen le hablaba y a veces no la veía ni parparear, un buen día, una vieja ardilla, de esas que nunca faltan, enchilada porque no le hacía caso, la despreciada Ninfa Eco, ultrajada en su amor propio le echó la maldición de la blonda, y es que esta vieja argüendera, la Ninfa esa, hizo tanto alboroto porque no se pudo almorzar a Narciso, que la metiche de Némesis la diosa de la venganza, hagan de cuenta muy parecida a la horrenda viejita que todavía deambula como una loca con ínfulas de poder por los corrillos sociales, lo maldijo, para que se enamorara de su reflejo en una fuente, por eso, a los que son muy pagados de sí mismos, de esos que se sienten hechos a manos y bordados con hilos de oro, les va como les va, finalmente se quedan solos mirándose al espejo, de Narciso no hay muchas imágenes, solamente uno que otro cuadro, claro que como era un mito, es decir, una mentira que a fuerza de ser repetida muchas veces, la gente llegó a creérselo, también es verdad que los griegos, los hacedores de la civilización, se pintaban solos para armar sus tinglados, a mí, por ejemplo, siempre me ha dado mucha curiosidad el hecho de que si eran tan inteligentes, para que chingaos necesitaban inventarse tantos dioses, si nosotros con uno ya no sabemos qué hacer, pecamos a cada rato, incluso los sacerdotes que generalmente son ambiciosos de vida y buscan la vida eterna, les importa más esta vida terrenal que según el santo evangelio es de puro trámite para ganarse el cielo, así que no quiero imaginarme a toda esa runfla de dioses y titanes en los templos, con sed de adoración para darse baños de autoestima, francamente, de todos los santos que nos han endilgado los príncipes de la iglesia, el que mejor me cae es san Juditas porque no te exige nada y todo te cumple, los otros, son como muy exagerados, sobre todo san Antonio al que le rezan las muchachas feas para conseguirse un marido que las saque de chambear de la maquiladora, o el san Cucufato que es el que te ayuda a encontrar las cosas perdidas, o san Ramón al que si le pegas un chicle en la boca te cuida de chismes, murmuraciones y enredos, los dioses de los griegos eran más chingones, esos no andaban con esas mamarrachadas, estos eran vengativos y crueles, te desaparecían con rayos ciudades enteras, en fin, que eso de la mitología católica se quedó muy por debajo de las antiguas civilizaciones, a ver si ya habían creado lo más difícil, qué les costaba haberles puesto muchos atributos, con eso hubiéramos tenido para hacer garras a los gringos o a cualquier enemigo que e nos pusiera enfrente, no me quiero imaginar a san Juditas volando por encima de Nueva York para tumbar la estatua de la libertad de un chingadazo o a san Lázaro que es el santo patrono de los diputados y senadores haciéndoles manita de puerco para que aprobaran leyes adecuadas para los mexicanos y no las babosadas que están sacando más para su beneficio que para los demás. Oremos para ver si este sueño se nos vuelve realidad. Ya dije.