Muerto el minero, hay que tapar los pocitos, y así ha sido desde siempre, ahora, el secretario del trabajo y previsión social, Javier Lozano Alarcón, ha emergido desde su cómoda oficina a la palestra política para declarar urbi et orbi, cuando ya se sabe que no lo escuchan ni los obreros, que se castigará con todo el peso de la ley a los responsables de la tragedia en la mina coahuilense, digo, si es verdad eso que ha declarado, entonces, que él mismo se ponga la soga al cuello y que se lance al vacío, porque esos yacimientos son concesiones que otorga el gobierno federal, por tanto, responsabilidad absoluta de los panistas que están al cargo de las dependencias que regentean, pero, al parecer, se hace loco solo, como el tío Lolo, otra, que ha salido a desgarrarse las vestiduras ante los reflectores nacionales, es la guapa doña Marisela Morales, procuradora general de la República, con cara de dueña de estética de colonia rica, ha rechazado que se vaya a convertir en un caso donde impere la impunidad; “estamos por eso allá recabando las muestras periciales y las declaraciones primeras para actuar con la celeridad que el caso amerita y también con la contundencia que amerita” (sic), y bla bla bla, con la clásica verborrea de la clase política, de hecho, los azulitos, ya están hablando con el mismo sonsonete usado por los priistas durante toda la vida, es más, y no por andar de amarra navajas, pero considero que los tricolores deberían de cobrarles regalías por derechos de autor, que ese timbrecito mamón, como de dictardorzuelos tropicales de alguna república bananera, tiene denominación de origen desde inmemoriales tiempos.
Jesús Fernando Lara Ruíz, uno de los mineros accidentados, el que terminaba la fila para extraer el carbón en el socavón de la mina en Sabinas, Coahuila, es un menor de quince años, a ver, ahora como lo explican, si se supone que, en esos trabajos se requieren no solamente personas especializadas, sino además debidamente capacitadas para dicha encomienda que implica riesgos físicos, y es que, el pobrecito adolescente, que laboraba indebidamente en el sitio, sufrió quemaduras en gran parte del cuerpo y la amputación de un brazo, perdonen ustedes, queridos lectores, si de pronto he transformado esta decentísima columna, en un extensión editorial de la nota roja, pero la situación lo ameritaba, además, ni modo que no incluya el recuento de los daños a causa de la impunidad con la que se han conducido nuestras autoridades al dejar que los dueños de estas ricas empresas hagan y deshagan a su antojo como si fueran dueños de haciendas en la época de la revolución, y miren, asiduos fans, con lo que ha salido Jorge Torres, el gobernador constitucional del estado de Coahuila, que no va a cerrar todas las pequeñas minas conocidas como “pocitos” en donde han quedado sepultados 14 mineros, fanfarrón, ha asegurado que solamente clausurará las que funcionen al margen de la ley, francamente eso es tenerlos bien puestos, porque si uno de estos pocitos está trabajando bajo condiciones deplorables, cualquiera con dos dedos de frente, se atrevería a asegurar que todos los demás están igualitos, en fin, que esperemos a ver lo qué sucede con este asunto tan complicado, lo que importa en este momento es que los mineros que siguen atrapados, reciban pronto socorro, que no sea lo mismo que ocurrió en pasta de Conchos, que los dejaron morir, es más, ni siquiera gastaron en panteón, hasta donde estoy enterado, los rescatistas chilenos, que en eso de las emergencias por accidentes en minas, son bien duchos, llegaron a Sabinas para intentar, con el auxilio de equipo especializado, traer sanos y salvos a la superficie a los pobres hombres que han sufrido la desgracia de quedar enterrados, lo que nos queda a nosotros, es elevar una fervorosa plegaria para que Dios y la Virgencita morena, les presten fuerzas para soportar su miserable destino. Oremos.
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