“El mundo se acaba pa’l que se muere”, así ha dicho siempre mi apá, y es que un estudioso de las matemáticas y la astrología, ya se sabe que estos lunáticos que se guían por las estrellas, no que sean malas personas, pero si muy raras, lo que ocurre, es que, ellos observan señales apocalípticas en las conjunciones de los astros o en los planetas retrógrados, en las distintas fases de la luna o en las radiaciones de la aurora, bueno, pues un loco de estos, ha tenido la gentil idea de lanzar como advertencia a la humanidad, que a las seis de la tarde del sábado 21 de Mayo el mundo se va a acabar, claro que, de inmediato, empezaron las noticias de alarma entre los asombrados internautas, yo, como siempre he sido escéptico por naturaleza, no confundan, por favor, con aséptico, queridos lectores, que esa palabra se refiere a la proclividad de estar libre de gérmenes, y la otra, explica que no creo en todo lo que me dicen, ni que fuera empleado lambiscón de un poderoso.
Desde tiempos inmemoriales, antes, muy antes de que el agua estuviera en la ciencia de Dios, como dice el poeta Alí Chumacero, ya andaban rumbando los locos agoreros, que con instrumentos rústicos, se daban a la tarea de vislumbrar catástrofes, uno de los que no se han muerto del todo en el recuerdo, es Nostradamus que publicó un libro, en el que, como si fuera El Mesías, en versos encriptados en códigos anunciaba eventos futuros, nada más que el vidente predijo, que el año 3797 sería cuando habría de extinguirse este repapalotero mundo, y para eso todavía le cuelga el chile al árbol, naturalmente que el planeta no será eterno, si eso cualquiera con dos dedos de frente lo declararía a voz en cuello, lo bueno es que ni ustedes, ni yo, ni todo cuanto se mueve encima de la tierra, habremos de presenciar tan maravilloso evento, no sé, si será una enfermedad mental, pero a mí me gustaría estar en ese momento para sentir el poder de Dios, porque es verdad, eso que se dice, que no se mueve, ni siquiera la hoja de un árbol sin la voluntad del Creador.
Yo, por lo pronto, si eso que se dice, es verdad, estoy en los preparativos de una carnita asada para festejar mi cumpleaños que será el lunes 23 de mayo día de san Epitacio, he requerido nada más a los seres cercanos a mi corazón, las demás personas no son vitalmente importantes en mi espíritu, sino sólo aquellos que han compartido mi discurrir por la vida, entre ellos, mi sacrosanto padre a quien le debo todo lo que soy, de hecho, soy el único hijo igualito a él, mi hermana Ana Lilia su esposo Elías, mi sobrino Fernandito a quien le gusta lo llamen Robi, y no me pregunten la razón, que ese es un misterio para una novela de Agatha Christie, mi hermana Nena, sus hijos y sus nietos, mi hermano Memo con su esposa María Rubio y sus hijos, mi hermano Víctor, el héroe de la familia, quien le regaló uno de sus dos sanísimos riñones a Ana para que siguiera en esta sintonía terrenal, también estará presente mi primo hermano Poncho, al que he estado frecuentando con alegría, y tengo que confesar que he ido del asombro a la dicha de poder compartir momentos gratos a su lado, por cierto, quiero agradecerle todas las atenciones que me ha dispensado, no tengo con que pagar lo que ha hecho por mí, por supuesto que no revelaré mi edad, que eso no se lo he confesado ni al INEGI en sus amañadas encuestas, además, todos los que me conocen, dicen que no se me notan los 26 años que tengo, así que, mejor lo dejo en el velo de la duda, finalmente, la vida no es contabilidad de calendarios, sino la suma de anécdotas y de vicisitudes, de alegrías y de tristezas, por suerte y por la gracia de mi buen Dios, estoy saludable; tengo todos mis dientes completos, no padezco atrofia cerebral, ni ninguna enfermedad venérea del alma. Ya dije.
sábado, 21 de mayo de 2011
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