lunes, 25 de abril de 2011
Salvando al Soldado Pérez
Con la novedad de que ya me estoy convirtiendo en un viejillo cascarrabias, bueno, eso siempre lo he sido, nada más que, ahora he enfocado mi energía completa a hacer lo que tanto me ha gustado desde que tengo uso de la memoria, y es que libre de cualquier compromiso con la gente virtual y la real, he podido sentarme a mis anchas a ver películas, a ver telenovelas, a leer libros, a disfrutar de los crepúsculos que se colocan por encima de la plaza Miada, pero en la columna de ayer, les prometí que les contaría la película “Salvando al Soldado Pérez”, que es una parodia muy a la mexicana de “Salvando al Soldado Ryan”, naturalmente que no es la gran producción que el mundo esperaba y no representará a nuestro país en los grandes festivales internacionales, bueno, ni siquiera en los nacionales, que cada día que transcurre son menos los que se hacen y los pocos que han logrado persistir en su intento, son tan chafas, que pasan desapercibidos, o sea que, los organizadores, deberían de ahorrarse esos centavos, para que en lugar de gastarse el dinero a lo pendejo con eventos tan deslucidos y con tan nula convocatoria, pues mejor lo inviertan en una fiestecita para que inviten a sus compadres a disfrutar de una selección de su cineteca, de esta manera les alcanzaría la lana para comprar hartas palomitas, varios cartones de cerveza y antojitos mexicanos, de esos como lo que se ofrecen en los cocteles del FIT local, que hasta parecen sucursales de una fonda vernácula, y no menciono nombres de restaurantes del globero pueblo, que no quiero ofender a nadie, no vaya a ser la de malas que los dueños me echen la jauría encima cuando acuda a sus negocios, que en lo personal me gustan mucho las garnachas que ahí venden, bueno, pues a lo que te truje Chencha, les decía que me senté con buen ánimo a disfrutar de la película producida en México, y tengo que confiarles, asiduos fans, que realmente es un buen esfuerzo paisano, pero francamente, es como uno de esos sketches de la televisión más ramplona que se puedan ustedes imaginar, claro que es entretenida de principio a fin, el guión es muy fácil de adivinar y cada escena es tan “lugar común” que no hay ocasión posible para provocar en el espectador, el suspenso natural de qué es lo que seguirá en el argumento, cada personaje es un estereotipo tan marcado que verlos así, causa risa por el solo hecho de su reflejo satírico en la pantalla, el poderoso narco está vestido a usanza y semejanza de los que ya conocemos en tantas imágenes otorgadas por los medios difusores de noticias, y éste tipo es el protagonista de la historia en la que se narra la odisea de un hombre que quiere ganarse el perdón de una madre enferma, dicho personaje encarnado por Isela Vega, actriz norteña que algún día fue considerada un símbolo sexual de la época de las ficheras, a la que ahora, como a la víboras cuando cambian de piel, solamente le ha quedado el puro zurrón, en fin, que este hombre reúne a varios de los bandidos más renombrados por sus capacidades como pistoleros y se los lleva en un avión de Guajolotes Eirlains al mismísimo Irak, es en ese país, en el que empiezan los avatares de los malandrines para tratar de rescatar al hermano del capo mexicano, total que, entre escenas chuscas, dignas de cualquier programa de Eugenio Derbez, se pueden ver bombazos, balazos, uno que otro beduino, varias locaciones del medio oriente, pero como si fueran tomadas desde una de las cámaras de un noticiero de CNN, en fin, “Salvando al Soldado Pérez” es un programa de televisión rodado en gran formato, sin mayor pretensión que la de divertir a los atrevidos que hayan pagado un boleto en una sala de cine, yo, ni loco, me habría ido a sentar en una butaca para hacerles el caldo gordo a estos buenos para nada, mi sugerencia, queridos lectores, es que si no tienen que verla, no lo hagan, porque es un churrazo de la peor factura que haya visto en mi repapalotera vida, pero ya si de plano tienen buen estómago para aguantarse el coraje del cine pedorro este, pues allá ustedes y su mala cabeza, yo cumplo con avisarles, y ya se sabe que sobre aviso no hay engaño.
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