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domingo, 3 de abril de 2011

Gordos en Arizona

Se acuerdan que el tema de mi columna de ayer, versaba en relación a los gordos, y que muy enojado, les echaba madres a nuestros funcionarios de salud y de educación, por permitir que se siguieran vendiendo alimentos chatarra en nuestras escuelas de educación básica, pues, miren ustedes, queridos lectores, que yo no andaba tan desencaminado, ahora resulta que, en Arizona, las autoridades encargadas del sistema de salud pública, han dispuesto que se les endilgue una multa a los gordos, a los diabéticos y a los fumadores, claro que, en parte, estos empleados del gobierno tienen razón, ya que, bastante dinero desembolsan para sostenerlos, para que encima, se desboquen en estos vicios sin beneficio.

Los que me leen en otro países, tal vez, no sepan que los gringos, tienen un seguro amplio de salud para los pobres, que incluye casi todas las enfermedades, digo, no tengo toda la información a ese respecto, pero hasta donde yo sé, les cubre el cien por ciento de consultas, medicamentos y algunas hospitalizaciones, así que, ahora que no tienen suficientes recursos para atender tantos casos de padecimientos crónicos, pues los funcionarios de Arizona, han empezado a tomar cartas en el asunto que les preocupa, y aunque ellos saben, que nadie hará caso a la reprimenda gubernamental, si no se acompaña con una sanción administrativa, es decir, donde a todos les duela, que es en el bolsillo, pues seguirán con su mismo estilo de vida, que si no les perjudicara, al grado de requerir atención médica expedita, no habría problema alguno, pero ya se sabe, que los diabéticos, lo digo con conocimiento de causa, ya que, aunque no padezco dicha enfermedad, en mi familia casi todos están “azucarados”, si le entran con frenético placer a las coca colas, las hamburguesas, los pastelitos y las tortillas de harina, les sube el azúcar a mil y empiezan a cascabelear como los carros viejos.

Mi tía abuela Nancy Lupe vivió y trabajó toda su vida en Laredo, Texas, así que, muertos todos sus parientes, menos una hija desobligada que nunca se hizo cargo de ella, tenía una “palomita” o sea una enfermera pagada por el estado, que la cuidaba durante todo el día, pero como mi sacrosanta parienta, era muy golosa, pues siendo que tenía que llevar una estricta dieta de verduras hervidas sin sal, pollito y pescado sin grasa y granos y cereales, pues corría a la empleada con cajas destempladas, para poder darse sus gustos, así que, estando solita y con la ayuda de algunas vecinas alcahuetas, se trepaba al carro de una de ellas y con las “fudestamps” se compraba chuletas de puerco, tortillas de harina, chilitos en vinagre, chorizo del Tío Chon –esa es la marca que le gustaba--, frijolitos refritos, tocino, pollo frito, pastelitos de todo tipo, en fin, todo lo que le gustaba, pero que la hacía mucho daño, naturalmente que al rato, le daba el patatús y con una pata en el más allá, se la llevaban de volada al Mercy Hospital para resucitarla, a lo que voy, es a que, hay personas que saben que tienen que cuidarse pero no lo hacen, por supuesto que entiendo su extraño proceder, si sobrellevar una enfermedad crónica es desgastante y aburrido, mi amá que también era diabética, ya en sus últimos años, me replicaba: “prefiero vivir dos años de mole que cinco años de atole blanco”.

Una vocera del Sistema de Control de Costos del Sistema de Salud de Arizona (AHCCCS por sus siglas en inglés) dijo el viernes que la cuota busca controlar el precio de la atención a la salud, al alentar a los pacientes a mantenerse saludables. "Esto hace que el consumidor comience a tener mayor conciencia del lugar que ocupa en el enorme rompecabezas del sistema de salud", dijo Mónica Coury vocera del AHCCCS. "Queremos tener la posibilidad de cuidar de la salud de la gente y queremos aprovechar nuestros dólares tanto como podamos. Parte de esto es hacer que la gente se cuide mejor".

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