miércoles, 20 de abril de 2011
El Laguito
El Laguito es una suerte de encanto enclavado en un sector del pueblo en el que se respira el aire lavado que corre por entre los arbustos, y pues déjenme contarles, queridos lectores, que el domingo estuve allí en compañía de mi familia completa, bueno, no todos, esa es la verdad, ya que mi tribu es tan vasta que es harto difícil que nos juntemos los 78, lo que ocurre, es que mis padres, se dedicaron a tener tantos hijos como los que Diosito santo les mandó, claro que en esa época, los matrimonios se la vivían inmersos en una especie de burbuja católica, en la que tomaban al pie de la letra las ordenanzas de los malhadados curas, que ya se sabe que algunos son como el alma de Judas, entonces los matrimonios temerosos de los sermoneros sacerdotes, pues no podían detener la producción de la fábrica de hacer niños, so pena de recibir severas reprimendas así que mis progenitores, tuvieron once huercos, pero eso es tema para otra columna, a lo que voy, es a que, el sábado agarré una guarapeta hasta el amanecer, tanto así, que al mediodía del domingo, todavía andaba bien crudo, en ese preciso instante, antes de caer fulminado por la resaca, me fui a la iglesia de Guadalupe para echarme un menudo en un puesto que está en la mera esquina, pero apenas le pude dar dos sorbos al caldo rojo, realmente lo que mi organismo requería de manera urgente era una caguama bien muerta, me trepé al carro para transitar por las calles bien atascadas de las inmediaciones de la parroquia más popular del globero pueblo, solamente que batallé para salir del enjambre de gente, ya que había una romería por lo del domingo de ramos, como pude, me enfilé hacia la González, mi idea era refugiarme en una de esas tiendotas con aire acondicionado para pasar la tarde criticando a las viejas fodongas que se creen que no es necesario bañarse para ir a comprar el mandado de la semana, solamente que a mi cuñado se le prendió el foco y anunció: “vamos al Laguito”, la verdad es que, yo pensé que el laguito era una especie de charcote de agua nauseabunda con chingos de basura en las orillas, y no andaba tan equivocado, lo peor no fue eso, sino que, no había conexiones de luz en las derruidas palapas, los baños estaban tan sucios, que no se podía ni entrar de lo que estaba embarrado el piso, los jueguitos son como de circo pobre, francamente no sé en qué chingaos han usado los impuestos esta bola de inútiles buenos para nada que nos gobiernan y administran nuestro dinero, porque esta gran atracción del globero pueblo no se compara en nada al paseo santa Lucía de Monterrey, de plano estos políticos se creerán que los ciudadanos somos de al tiro idiotas, que podrán seguir dándonos atole con el dedo viéndonos las caras de imbéciles, y el otro, el alcalde carismático, todavía se atrevía a decir a los periodistas lambiscones que Nuevo Laredo sería una gran metrópoli, o sea, es que, eso no se puede decir ni siquiera de broma, si ese chisguetito de agua que puede y debe ser un oasis en el desierto para todos los habitantes de este páramo norteño, es un pinche cajón de la basura lleno de cacas por todos lados, ya sé que la gente en general es muy sucia, pero eso no debe de ser una excusa, ese lugar debería de ser considerado parte fundamental en nuestro entorno al que tendrían que ponerle mayor atención, de verdad, que me dio mucha pena ver al Laguito en semejantes condiciones, les juro, queridos lectores, que casi me eché a llorar al observar al desolador panorama, yo le sugiero a Benjamín, que ya se ponga a chambear como Dios manda, que si no hay mucho dinero para mandar personal a limpiar esta preciosa reserva natural del globero pueblo, que corra a tanto cabrón burócrata que nada más se la pasa calentado la silla y que ese dinero que se ahorre, lo invierta para hacer del Laguito un parque con toda la barba, tal como lo han hecho los regios y si no puede que nos diga, que al cabo, habrá otros que si les interese trabajar a favor de la comunidad. P.D: La placita miada sigue sin agua y el zacatito y los nogales están muy sedientos.
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