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lunes, 25 de abril de 2011

Escribiendo la historia

Los que saben, dicen que la realidad siempre supera a la ficción, de lo que no se han percatado, es que las historias que surgen de los creadores literarios, siempre están basadas en los sucesos cotidianos, yo lo he comentado en varios ocasiones con mi primo hermano el profesor Arnulfo Alonso Lima, a quien le profeso no solamente un profundo afecto sino también una gran admiración, que en nuestra familia, se han dado casos tan estrambóticos, que dichos personajes serían una veta inagotable para los escritores que endilgan a personas comunes y corrientes, poderes sobrenaturales en sobrecogedoras circunstancias, tal vez, en cada tribu consanguínea sea lo mismo, pero lo que ocurre, es que las noticias más cercanas que tengo, son precisamente las que me llegan de primera mano, es decir, las de mis parientes que son en sí mismos, personajes dignos de una saga, y se lo he dicho a Arnulfo, aunque él me otorga talentos que no tengo, si tuviera un poco de la vena de esos autores, les aseguro, asiduos fans, que para este momento ya tendría varias novelas escritas que le darían la vuelta al mundo, y créanme que no exagero al decirles, que seguramente causarían asombro, pasmo y admiración, también es cierto que, no me considero poseedor de cualidades intelectuales, que tampoco tengo los arrestos indispensables para confeccionar obras de gran envergadura, ya que no es lo mismo redactar a diario esta sencilla columna, que las grandes historias que conmuevan a los lectores del planeta, lo que si tengo a mi favor, es que con el tiempo habré de escribir todo lo que ha estado ocurriendo en este globero pueblo, ya que, los cronistas, un tanto por temor a las represalias, no se atreverían a inscribirlas en los anales de la historia de Nuevo Laredo, como si nunca hubiera ocurrido lo que ha estado sucediendo desde hace varios años, conste que sólo estoy previendo que cuando se termine este nefando capítulo de la novela de terror que estamos viviendo, alguien tiene que ponerse a redactar cada circunstancia que haya pasado, porque bien dicen los que saben, que no hay mal que dure cien años ni pendejos que los aguanten, así que tomando en cuenta que la sabiduría popular nunca se equivoca y cuando se equivoca vuelve a equivocarse, pues esto tendrá que tener su fin como todo lo que empieza, y ahí estaré, en el umbral del génesis para contar lo que sea necesario para que esto no vuelva a repetirse, que bastante caro hemos pagado todos, lo que se pudo haber detenido a tiempo, no tanto haciéndoles frente a los bandidos, sino simplemente con decisión de ciudadanos, de entender el destino tan aciago que nos ha tocado compartir con esta runfla de huleros, en fin, que no todo está podrido en Dinamarca, que tenemos que tomar el toro por los cuernos, que si este jinete del apocalipsis se ha empoderado de nuestro país, ya es justo y necesario que se vaya para que tome otros derroteros, lo mejor de todo es que tomemos esto como una experiencia, muy amarga, eso ni duda cabe, pero que también les sirva de lección a los ricos que se fueron a otros lares, que para la próxima no sean tan cobardes, que se queden a luchar con los jodidos que de todos esos han vivido, que si tuvieron los recursos para abrir brechas en otras ciudades, ha sido por el dinero que han podido ganar gracias a los mismos que han desdeñado, no quiero que se mal interpreten mis palabras mal escritas, lo único que he querido avisarles a todos, es que aunque parezca que todo está perdido, les aseguro que no es así, y conste que no me mueve mi inquebrantable fe, que esa nunca la he perdido, sino la irrevocable realidad que se puede palpar en el ambiente, y es de hartazgo, de tener que vivir confinados a la cárcel de los hogares decentes y que ya no se puede vivir así, como si nosotros fuéramos los vergonzantes malandrines, que ya es inútil soportar las andanadas violentas, que si nos proponemos podemos decir las palabras cabalísticas para detener la vorágine y, de una vez por todas, vivir en santa paz. Oremos.

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