sábado, 23 de abril de 2011
Pueblo mugriento
No quiero parecer como uno de esos políticos pendejos que cuando no pueden con el paquete le echan la culpa de sus errores a los ciudadanos, pero la verdad es que, hace mucho tiempo no me daba una vuelta por algunos sectores de este solar fronterizo, así que no tenía posibilidad alguna de darme cuenta del desmadre que hay, y miren ustedes, queridos lectores, que no soy tan criticón como lo presumen algunos de mis detractores, pero Nuevo Laredo se nos está cayendo a pedazos; El Laguito es una prueba de ello, el arroyo El Coyote es otro, el parque Mendoza otra muestra, todas las placitas son un mugrero por donde se les vea, las calles están llenas de basura, es decir, que vivimos en un muladar, un tanto si, por la apatía de nuestros funcionarios, pero también a causa de la escasa cultura de la limpieza y conservación de nuestros espacios públicos por parte de todos los que habitamos esta violentada ciudad, conste que no estoy defendiendo a ninguno de nuestros empleados, que son esos sujetos que salen en las noticias con cara de que son dueños de todo, y digo, si no cobraran sueldo, como los burócratas en Dinamarca, entonces no les diría que son como las criadas sureñas que son bien respondonas con sus patrones, pero es que, si no ponemos el empeño de cuidar nuestro mobiliario público, si no recogemos nuestra basura, si no tomamos conciencia de que cualquier desperdicio que no colocamos en su lugar, ese mismo se va transformar en un cáncer ambiental que nos va a perjudicar a todos por igual, a mi me dio mucha pena con El Arroyo El Coyote, porque no digo que siempre haya sido una chulada, si es un triste chisguete de agua, que jamás ha sido ejemplo de belleza natural, pero mínimo, antes estaba limpiecito, no que ahora, es un foco infeccioso en el que huele a pura mierda, conste que no quiero hacer apología de que tiempos pasados siempre fueron mejores, porque eso es una monumental mentira, pero antes, muy antes, en época de cuando mi añorado maestro don Juvenal Boone Flores era el director de la prepa Uno, aunque a él ya le tocó un breve lapso al frente del edificio que estaba en ese sector por donde chisporroteaba el agua, no estaba tan sucio el arroyo y es que al profesor le daba por sembrar la idea a sus alumnos de que se debía cuidar como un preciado tesoro, y eso que, el profesor, no tenía ningún rimbombante título burocrático, de esos que ahora se cuelgan los chompiras para hacerse los interesantes, y que rondan casi en los blasones nobiliarios, con departamentos asignados para la preservación de la naturaleza, pero ahora vienen envueltos en neologismos nacos que no dicen nada de lo que quieren hacernos creer a todos, algo así, como virreyes de la ecología, medio ambiente y reinos vegetales, lo que estos buenos para nada deberían de hacer, primero es ponerse a chambear como Dios manda, que bastante dinero ganan por no hacer ni madre, que me da mucho coraje que cobren por algo de lo que no tienen ni la menor idea, y ya que empiecen a carburar, que implementen un programa de cuidados precautorios de nuestros recursos naturales, que se vayan a las escuelas e inviten a los niños, los jóvenes y los adultos a que se pongan a limpiar, pero además que obliguen a los baquetones de los profesores a que les inculquen a los huercos mayor civilidad para que respeten lo que nos pertenece a todos, ya con eso es suficiente, siempre he considerado que las personas no cuidan las áreas públicas, porque están convencidos de que no es de ellos y si no es de ellos, no tienen obligación alguna de protegerlo, en fin, es urgente y necesario que se haga algo a la voz de ya para detener la catástrofe de nuestro querido Nuevo Laredo, debemos impedir que nuestra patria chica, siga siendo un cajón de la basura, o como decía la cabrona de mi tía Concha, un pueblo globero, tierrero y mugriento. Ya dije.
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