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miércoles, 13 de abril de 2011

No le doy mi óbolo a la Cruz Roja

No quiero ser mala leche, pero cada vez que se viene lo de la mentada colecta anual de la Cruz Roja, me acuerdo de que el Dr. Juan de Dios Rodríguez publicó tarifas de partos y operaciones de vesícula en el periódico como si en lugar de ser una benemérita institución fuera una clínica privada, ya sé que no hay dinero que alcance, pero hay una gran diferencia entre conseguir donativos con empresarios o ciudadanos, que levantar un negociazo con instalaciones que nos pertenecen a todos los neolaredenses, y si lo hacen, es porque de plano son rateros a ojos vistos, ya que digan lo que digan en su defensa, de ninguna manera es correcto que se les cobre a la gente, si la Cruz Roja no es un dispensario de pueblo, es un emblema internacional, un símbolo de generosidad y piedad para los enfermos, que yo sepa en ningún lado del mundo se cobra por dar atención médica a quienes la requieren, eso, aquí y en China, se llama lucrar con el dolor ajeno, lo raro, es que nadie haga algo para impedirlo, conste que aquí no estoy incluyendo a las señoras del hache patronato, que ellas son impolutas, aunque alguna vez que comenté lo mismo hace dos años, la entonces presidenta me reclamó airadamente, a ella la vi una vez nada más, tanto así que no me acuerdo ni de su nombre, pero a la que si conozco, es a la actual presidenta, la distinguida señora Aracely Benavides de Mora, quien tiene una trayectoria social impecable, ahora que me viene a la memoria, algún día me prestó su casa para realizar una sesión fotográfica para un suplemento de Diana Isis Guerra, reina de Los Leones, pero no solamente ella, sino también, una pléyade de damas amigas mías desde hace muchos años, aunque eso ya es cosa del pasado, siempre es grato recordar lo que hice en mi época de cronista social, no de balde, gracias a mi labor como comentarista pude cosechar tantas buenas amistades, que conservo hasta el día de hoy, bueno, lo que les comentaba, queridos lectores, es que considero injusto que se manche tan sacrosanto sanatorio de urgencias cobrando por sus servicios.
Yo, la mera verdad, dejé de donar desde que vi la entrevista con el director médico de la Cruz Roja, así que, cuando voy transitando por la calle y observo que se me arrima una ánfora, le hago como los regios, finjo que miro al horizonte, pongo ojos de ficha doblada y ya que el semáforo está en verde prosigo mi trayecto, claro que si tengo chanza le tiro un manotazo a ver si saco unos cuantos pesos de la alcancía oficial, bueno, no así, pero ganas no me faltan, porque durante esas semanas de recolección de dinero, se embuchacan varios milloncitos de pesos libres de impuestos, total que mi óbolo ni falta les hace, porque les dan en todos lados, incluso, hace poco, la franquicia de los Oxxos les regaló 400 mil pesos, supongo que ha de haber sido del truco ese que se traen las tiendas de autoservicio, quesque te redondean a la hora de pagar en las cajas y lo que hacen es quitarte los centavos, tal como lo hace el banco de México, que acuñan millones de pesos en moneditas mugres, de veinte, cinco y diez, que la gente tira o las usa para jugar a la Lotería del gallo y la sirena, en fin, que no hay más cera que la que arde, eso sí, les aseguro, asiduos fans, que mientras no me expliquen porque chingaos cobran dinerales en atención hospitalaria a los pobres enfermos que caen en las garras hipocráticas de estos asaltadores, jamás soltaré ni un peso partido por la mitad a tan noble causa, conste que no estoy haciéndole mala publicidad a la benemérita, les juro por Dios que me mira, que tampoco tengo el alma negra, y si alguno de ustedes que se asoman a diario a esta columna, que es más suya que mía, quiere entrarle con su coperacha para la Cruz Roja, no lo criticaré, ni hablaré mal de nadie, total que a ellos les hace más falta que a uno. Ya dije.

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