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domingo, 20 de febrero de 2011

Sexo Débil?

Van a decir que estoy medio loco, pero ahora que he leído bastante información acerca de que hay pelados que se madrean a sus viejas, me he percatado de que nadie ha mencionado el constante abuso que sufren algunos especímenes machos de parte de las leonas de sus esposas, voy de acuerdo en que hay muchos que si se la bañan y les dan tremenda zapatiza a sus hembras, pero el 95 por ciento de los mal llamados dueños del mundo, son bien mandilones, además, las abusadoras les quitan todo su sueldo, en mi tribu familiar, hay dos o tres que son así como un ejemplo de muestra de absoluta indefensión.

Mi tío Melquiades, al que de cariño, la mula de su vieja panzona, le decía “Melki”, y supongo que, ese apodo tan mameluco, le ha de haber caído como patada en los morenos, este santo hombre, era uno de esos “mil usos”, que su cónyuge igual lo agarraba de cocinero, de lavaplatos, de mandadero o de lo que hiciera falta, con decirles que mi tía Melchora, tenía las uñas tan largas como las de la Niurka, sólo que las de mi sacrosanta parienta eran naturalitas, y es que de verdad, queridos lectores, ésta güevos tibios, jamás de los jamases levantó ni el plato donde comía, decía que para eso tenía al “bueno para nada” de su viejo, y no crean que estoy exagerando, incluso, lo tenía checado en su chamba, así que si al susodicho interfecto, se le ocurría llegar dos minutos tarde, con ese pequeño retraso bastaba para que ardiera Troya, bueno, no precisamente Troya, pero si toda la casa, literalmente se armaba la gorda con el palote de las tortillas, la mano del metate y el molote del molcajete, total que, sólo con que abriera la puerta, le sorrajaba el primer chingadazo, eso sí, no le importaba quebrar nada, un día, se echó al plato toda la fina cerámica de Tlaquepaque herencia de mi tía abuela Sóstenes, ya instalada en su papel de mujer ofendida, engañada, sobajada y sometida, le echaba la pachotada de que seguramente tenía una querida, claro que, no conforme con humillarlo delante de todo el barrio, gritándole toda la sarta de improperios que se aprendió de memoria en un curso intensivo que tomó en Alvarado, Veracruz, le aventaba toda la ropa a la banqueta con el consabido: “ya no te quiero ver aquí, vete con la trinche bruja de tu mamá pero dile lo que me hiciste”.

Según las viejas chimiscoleras de la Ronda de Arpías Sinquehacer, las mismas que defienden a las mujeres en el globero pueblo, en donde se dice, se rumora y se comenta, que hay mucha violencia y discriminación del género, o sea, es que estas, de plano, ya no hayan ni que inventar, está bien que algunos cabrones son bien baquetones, arrastrados y jijos de su… pero es que estas asesoras de las señoras que sufren, han sufrido o van a sufrir maltrato físico moral o sicológico, nunca se han puesto a pensar en que, hay algo de mentira en lo que estas argüenderas van a contarles en sus terapias de diván pueblerino, porque tampoco es como que tienen que creerles todo lo que les digan, porque yo de diez mujeres que conozco, once son bien abusadoras con su maridos, no digo, no, que todas sean igualitas que mi tía Melchora, pero hay unas que quieren mamar y dar topes como los becerros abusivos, y como no tienen nada mejor qué hacer, pues se van a comadrear con las fodongas esas, que como decía mi abuela Espiridiona: “no tienen ni cho ni arre”, pues andan como chivas locas de jacaleras”, en fin que eso de que nada más las mujeres sufren de violencia doméstica es falso de toda falsedad, antes de finalizar esta maltratada columna, dejo una pregunta en al aire: a dónde pueden acudir los hombres vejados en su condición machista? Que alguno de nuestros Pro Hombres diga presente y estructure la Unión de Hombres Maltratados por Esposas y las Suegras o séase las mamás de estas trogloditas abusonas del sexo débil de nuestra sociedad porteña. Ya dije.

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