Un periodista, puede, -y debe- preguntar lo que sea a un político, pero los funcionarios se han desacostumbrado a dar la cara real de sus intenciones, porque ya quedan pocos reporteros con la capacidad indagadora, no sé, si ustedes, los jóvenes que se asoman a esta columna, han escuchado el concepto “Cuarto Poder”, bueno, pues en alguna lejana época, al periodismo se le consideraba de tal modo, ya se sabe, que hay tres poderes de la unión: ejecutivo, legislativo y judicial; después de esos, al oficio de informar y opinión, se le otorgaba, por su influencia en la sociedad, de tal manera que, a pesar de que en diversas épocas de nuestro convulsionado mundo, se ejercía la ley del mocha lenguas a los que hablaban de más para tratar de desestabilizar los sistemas establecidos.
En la actualidad, los jefes de información de la mayoría de los medios difusores de noticias, la única investigación que hacen es desmenuzar los boletines de prensa de las oficinas de los funcionarios, no digo, no, que todos reciban el famoso sobrecito blanco, pero es muy sospechoso de todo sospechosismo, como lo dijera alguna vez, Santiago Creel, papá de la preciosa hijita de Edith González, que en los diversos foros, ya sea, prensa escrita o en los medios electrónicos, se publiquen las mismas notas, a menos de que exista la telepatía y unos a otros, se pasen los datos exactos, es decir, ahora funcionan como una prolongación de comunicación social, a lo que se dedican en realidad, es a transcribir, tratando de darle un sanjuaneada para que no luzcan idénticas a las de los demás noticiarios.
Oriana Fallaci, la controvertida periodista italiana, corresponsal de guerra en diversas trincheras, que destacó gracias a su deslumbrante inteligencia, su capacidad de análisis inmediato, pero sobre todo, por la habilidad para acorralar a sus entrevistados, a un punto, en que no podían hacerse para ningún lado, y teniéndolos a mojatinta, en cortito, los grandes personajes que en sus distintas épocas, gobernaron al mundo, logrando entrevistar a numerosos líderes y celebridades, como Henry Kissinger, el Sha de Persia, el ayatolá Jomeini, Willy Brandt, Zulfikar Ali Bhutto, Walter Cronkite, Muammar Gaddafi, Federico Fellini, Sean Connery, Sammy Davis Jr, Nguyen Cao Ky, Yaser Arafat, Indira Gandhi, Alexandros Panagoulis, Golda Meir, Haile Selassie, Mao Tse Tung, y John y Robert Kennedy, ha sido, sin duda, uno de los grandes íconos del periodismo mundial de todos los tiempos, poseía un estilo literario que se vio reflejado en abundantes ensayos, reportajes y entrevistas, también estuvo en México para cubrir las Olimpiadas del 68, en Tlatelolco le dieron un balazo, estuvo hospitalizada, de esa matanza atroz hay una crónica en el memorable libro de Elenita Poniatowska.
“Hoy en la mañana cuando me llevaron a rayos X unos periodistas me preguntaron qué hacía en Tlatelolco: ¿Qué hacía, Dios mío? Mi trabajo. Soy una periodista profesional. Tuve contacto con los líderes del Consejo Nacional de Huelga porque el Movimiento es lo más interesante que sucede ahora en su país. Los estudiantes me hablaron el viernes a mi hotel y me dijeron que habría un gran mitin en la Plaza de las Tres Culturas el miércoles 2 de octubre a las cinco de la tarde. Como no conocía la Plaza y sé que es un centro arqueológico pensé combinar las dos cosas. Por eso fui. Desde que llegué a México me llamó la atención la lucha de los estudiantes contra la represión policiaca. Me asombran también las noticias en sus periódicos. ¡Qué malos son sus periódicos, qué timoratos, qué poca capacidad de indignación! ¡Qué Olimpiadas ni qué nada! Apenas me den de alta en este hospital, me largo”. Y eso fue hace más de 40 años, pero parece que fue ayer.
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