Les tengo dos noticias: una buena y la otra mala; la buena es que ya se terminó Teresa, la mala es que, al parecer, Adal Ramones amenaza con regresar a la televisión, y digo, estos buenos para nada de Televisa, de verdad, no tendrán otras opciones qué ofrecer a la gente, porque este payaso regiomontano, es, entre otras linduras, un adolescente ñoño en el cuerpo de un viejito de 50 años, yo siempre lo he dicho, uno no puede andar por la vida, actuando de distinta manera a lo que el perfecto e implacable orden cronológico nos empuja, es decir, un ancianito, por más que se sienta con suficiente vigor, no puede andar en el parque paseándose montado en una patineta, o una venerable señora de 50 años, no debe ponerse minifaldas por más buenota que esté, pero de esos esperpénticos seres, está llena nuestra sociedad mexicana, no digo, no, que se encierren en sus casas a piedra y lodo, pero que, por lo menos, demuestren tantito pudor y vergüenza.
“Esa hembra es mala” en voz de Gloria Trevi, se escuchaba todas las tardes en casi todas las casas del país, y la guapa Angelique Boyer, a la que con tanto maquillaje que le embadurnaban, era un muestrario ambulante de una tienda de cerámica poblana, aparecía caminando con soltura y en sus visajes, se le notaba una mueca cínica de suficiencia, a sabiendas de que su belleza era un cheque en blanco para que algún viejillo rico se lo llenara, pues la mentada Teresa tuvo un final que no les gustó a todos, y es que finalmente, a los mexicanos, nos encantan las tragedias y en lugar de que, la hija de su mala reputación, se hubiese mostrado arrepentida, al grado que, por amor al abogado Arturo de la Barrera, donó completitos los 300 millones de dólares que le había birlado al otro incauto millonario, a una fundación de ayuda, de esas que abundan en nuestro país, los fanáticos hubieran preferido que la pobre Teresa, quedara desfigurada en un accidente, o loca, como Maricruz Olivier en la primera edición de esa popular telenovela, como castigo a su maldad.
El final de Teresa paralizó al país, todo mundo estaba al pendiente del desenlace de dicha telenovela, tanto así, que ni siquiera los Oscares con su torpe transmisión con dos actorcillos pedantes como conductores principales, logró opacar a la serie mexicana, que tuvo un rating altísimo, yo no sé mucho de esas cosas de mediciones de índices de sintonía, pero según datos publicados en Twitter, 35 de cada cien paisanos vieron el final este domingo que empezó a las ocho de la noche y se prolongó hasta pasadas las diez, los usuarios de la red social más popular del momento, publicaron tantos comentarios que llegó un momento en que todo el Taimlain se saturó de puros: “me das miedo Teresa” y ya que la pobre mujer ambiciosa dobló las manitas por amor, muchos se enternecieron, pero la mayoría decía que no, que la querían bien villana, que no se dejara ablandar por sus sentimientos.
Al poco rato, Teresa se convirtió de HashTag a Trending Topic, es decir de simple tuit a Tema de Moda a nivel nacional, en fin, que ya terminó la popular telenovela, y quiero decir, que aunque no soy novelero, por mero profesionalismo periodístico, me chuté el final para poder comentarlo con ustedes, queridos lectores, pero les confieso que si lloré cuando doña Refugio la mamá de la ambiciosa villana, le gritó que no la podía perdonar, que para ella estaba muerta, y me acordé cuando mi tía Espiridiona echó de su casa a mi prima Poncianita porque salió con su domingo siete, bueno, hasta su madrina Juana, una costurera que se sentía diseñadora de modas, le dijo que tampoco quería verla, en ese punto del capítulo, yo era un mar de lágrimas, con decirles, asiduos fans, que me acabé una caja completa de klinex, pero mi alma descansó cuando, por fin, Arturo, el Sebastián Ruli que tiene pelos de muñeca vieja, llegó a la casa de Teresa y la abrazó para perdonarla por todas sus maldades. Ya no me das miedo Teresa, ya no. Y colorín, colorado.