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domingo, 20 de diciembre de 2009

Ramón


Nunca me ha gustado lanzar ditirambos a diestra y siniestra, tampoco soy de los que en el afán de agenciarme amigos, arrojo al paso de los triunfadores, serpentinas envueltas en palabras elogiosas, porque mi columna, es, en esencia, un espacio en el que convergen las verdades sin aliños eufemísticos, tal vez, por esa razón, ustedes, queridos lectores, se asoman a La Guillotina, porque saben lo que pueden esperar de un servidor, y no, que me sienta adalid de las causas justas, pero he tratado, en la medida de lo posible, que lo que digo, sea honesto y cabal, por eso ahora que nuestro carismático alcalde Ramón Garza Barrios ha rendido su segundo informe de actividades al frente del puerto fronterizo de mayor envergadura del mundo, no puedo dejar de reconocer su extraordinario trabajo como líder político, que lo mismo ha realizado convenios, conformado alianzas, conjuntado esfuerzos y convencido a propios y extraños, en eso se ha reflejado lo que una buena labor de relaciones públicas puede lograr para beneficio de nuestro solar tamaulipeco, lo que en otras manos hubiese sido difícil, en la labor de convencimiento a inversores ajenos, a empresarios locales o a bancos que han financiado obras magnas, en su terso mandato, se ha transformado en prosperidad que se refleja sobre todo en la confianza de los ciudadanos de a pie, claro que no está erradicado el cáncer galopante que nos agobia, pero tampoco es tan marcado su influjo, ya que con alegría, y lo confieso, muchas veces lleno de asombro, me he enterado de que las obras que no se ven, son dignas de todo encomio, porque no son de esas que los neolaredenses de antaño, llamábamos de relumbrón, ahora no, sino que están pensadas para que duren mucho tiempo, y es que antes, se la pasaban parchando las calles que con cualquier agüita que cayera, dichos hoyos se abrían de nuevo, o en placitas pedorras, y una que a ni a plazas llegaban, como la de los delfines, que es un triste chisguete de agua donde ni los pájaros chileros se paran por el desquiciante tráfico de la avenida México.
En esta nueva etapa de Nuevo Laredo, Ramón se ha propuesto sacarlo de la barranca, y lo ha hecho bien, no en balde, nuestro jolivudense gobernador Eugenio, se refiere a nuestro pueblo como: “El brazo fuerte de Tamaulipas”, y es que ahora si se nota en donde están trabajando nuestros impuestos, pero no sólo eso, también es que su carisma personal le ha otorgado a la ciudad, ese plus que requería para que los inversionistas voltearán hacia acá, ya se ven los grandes consorcios en todas las áreas, sonando los metales para construir escuelas, hospitales, hoteles, restaurantes, aeropuertos, y yo, que dudaba tanto de lo que nuestro carismático alcalde decía respecto a que este Puerto, a la vuelta de algunos años, se convertiría en una metrópoli, para los que no lo saben, dicho concepto no se puede aplicar con justicia a cualquier pueblo tierrero, sino que se designa a una gran capital en la cual se concentran bienes destinados a una región, es decir, en donde pueda haber de todo como en botica pero a lo grande, desde luego que sea el centro de conexiones internacionales y la cuna de la cultura, no digo que vaya a ser una realidad al finalizar el presente trienio, pero lo que se antojaba como una perogrullada de un político angelado, ya no suena tan descabellado, porque el dinerito bien utilizado otorga buenos dividendos, yo sin ser Barranco Chavarría ni el Gordo Carstens, entiendo que lo que es en chiquito es en grande y nunca se le puede meter dinero bueno al malo porque arroja pérdidas cuantiosas, en fin que esta columna es para felicitar a nuestro entusiasta presidente municipal y a casi todos sus colaboradores, naturalmente que a su distinguida esposa Rebeca Canales de Garza, que brilla por sí sola, gracias a su don de gentes, pero ya me ocuparé de ella y de su labor al frente del DIF en otra columna.

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