jueves, 3 de diciembre de 2009
Otra raya al Tigre
A Tiger Woods le pasó algo muy raro, resulta que chocó pero en realidad no chocó, bueno, si chocó pero contra su esposa, y es que algunos maridos, además de infieles son indejos, porque confían demasiado en su buena suerte, aunque como decía mi abuelo Pancho: “si nada te falta a ti, ni a tus hijos, qué tanto peleas”, naturalmente que al cuarterón golfista multimillonario, le van a sobrar mujeres de a montones, y no porque sea muy galán, que ya lo han de haber visto en la tele, tiene cara como de hondureño con gripa, pero saca guapura de su cartera para comprar el amor fingido de viejas bien buenotas y es que éste si tiene dinero, no como algunos de aquí, que se sienten rockefelers en sus buenos tiempos, sólo porque poseen negocio propio y 300 pesos en bonos del ahorro nacional, además luego luego que tienen para construir casita en una buena colonia, se cambian de barrio dizque para olvidar sus orígenes paupérrimos, lo que no se dan cuenta es que el estigma de la pobreza se tatúa en el alma, y así podrán tener el mundo a sus pies, pero los insondables caminos de la conciencia, los traiciona, recordándoles sus orígenes de frijoles con salsa martajada, ya sé, no necesitan recordármelo, que ese no es el tema de hoy, solamente me desvié un poco, queridos lectores, pero en la siguiente brecha, regreso a Tiger que ya no siente lo duro sino lo tupido, porque se le acaba de descubrir otra amante, que no es la misma que le estaba mandando mensajitos de texto a su celular y que la iracunda esposa encontró en su aparato –me refiero al teléfono–, casi puedo asegurar que le van a salir dos docenas de queridas; unas antiguas y otras más recientes, ya que todas esas van a querer sus cinco minutos de fama a nivel mundial, y es que por si alguno de ustedes no sabe quién es Tiger Woods, les diré que es un famoso golfista que ha ganado varios cientos de millones de dólares por andar empinado pegándole a una pelotita, no como en el norte del país, que los practicantes de dicho deporte elitista, literalmente sudan la gota gorda con los calorones de 45 grados, sintiéndose marajás del desierto, y que me perdonen pero eso es querer sufrir de okis, además que ni necesidad tienen, porque no hay ninguno que haya ganado un torneo de verdad, en fin, cada quien sus gustos de andarse quemando la mollera bajo el inclemente solazo sin ganar un solo centavo, pero el chisme está muy bueno, ya que dicen los vecinos que Tiger salió patinando en su troca y detrás suyo, su vieja, que no crean, que es una chancluda fea, sino una ex modelo sueca preciosa, que responde al nombre de Elin Nordegren, con un palo de golf, lo raro es que cuando la policía la interrogó, declaró que tuvo que usar el palo –el de golf– para quebrar las ventanas traseras de la camioneta, porque su esposo se había conmocionado tras el brutal impacto contra un arbusto de su residencia, pero de esto nadie se hubiese enterado si no hubiera vecinos chismosos que solícitos avisaron al “nainuanuan”, y ya se sabe que en El Gabacho no es lo mismo que protección civil, que nunca llegan, ni como la tres veces heroica Cruz Roja, que cuando habla la gente primero dan las tarifas hospitalarias, y si pueden pagar van y recogen al herido, estos no, los gringos llegan de inmediato aunque sea una pelea marital entre un negro feo, pero millonario, y su deslumbrante esposa celosa del dinero que las pirujas trepadoras le pueden bajar a su marido, y por ende a su propia cuenta bancaria, ahora, ambos tendrán que declarar lo sucedido a un juez de la ciudad del estado de Florida en la que viven, quien los ha conminado a que digan la verdad del supuesto accidente automovilístico, porque lo que esta señora hizo al deportista, es decir, los arañazos, el hocico roto y las mentadas de madre, se persiguen de oficio como crimen en segundo grado, ya que se tipifica como violencia intrafamiliar, aunque el show se desarrolló afuerita de su choza súper lujosa. Cosas de la fama y sus intríngulis.
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