No que Roy Campos, el mismo de consulta Mitofsky, sea el mejor ejemplo de la objetividad honesta, pero ya es el colmo de la desvergüenza el intolerable hecho de que se alquile para hacer publicidad a una pomada para las hemorroides, es como si Juan Gabriel hiciera un anuncio para supositorios tamaño familiar o El Gordo Carstens recomendara uno de esos licuados milagrosos para adelgazar, en fin, a lo mejor soy muy exagerado y puntilloso en eso de la ética profesional, y la verdad es que en estos tiempos que corren, todo mundo exhibe su precio al mejor postor, pero a todas luces es lamentable tener que reconocer que ni con la lámpara de Diógenes se encontraría a uno solo que demostrara valores reales de amor a la justicia y solidaridad existencial, al menos no en esos ámbitos nauseabundos de la política, sus corifeos, sus comparseros y demás lambiscones buenos para nada.
Roy Campos, con cara de vidente espiritual, sin mostrar evidencia alguna de rubores, dice ante la cámara datos exactos de porcentajes de mexicanos que tienen comezón en la colita, pero asegura que sólo una parte ha demostrado que no son lombrices, sino el primer síntoma de almorranas, y yo, la verdad, nunca le había creído sus manifiestos democráticos de encuestas de salida a la hora de las elecciones, y no porque lo haya considerado desleal con los ciudadanos, sino simplemente porque siempre estaba de invitado del otro al que pronto correrán de Televisa como a las criadas respondonas, y me refiero al ticher López Dóriga, ése que grita las noticias en el canal de las que enseñan, bien dicen que los dichos son sabios… Dios los cría y ellos se juntan.
Mi tía Tencha, que ya es más famosa que la gorda política funcionaria que anda a las pegadas con Ramón como si fuera una intelectual zurda, cuando ya se sabe que es una vieja inculta que confunde a Carlos Marx con Groucho y piensa que Gandhi es una librería, ha hecho varias encuestas entre sus amigas chimiscoleras y compadres semilleros para ayudarme en esta popular columna, y dice que aunque ella nunca ha hecho chapuza, asegura que si se puede aparentar ser honesto con las cifras, porque por ejemplo ella dice que su universo es de cien encuestados, y la verdad nada más son 58, bueno en realidad son 59, porque como siempre ha hecho menos a mi tío que es un cero a la izquierda, así que ése no cuenta, y cuando ya están los resultados sobre la mesa, si algunos dan una respuesta contraria a lo que a ella le conviene, pues simplemente la da a favor de sus intereses, claro que como en todos los órdenes del quehacer social, es mejor usar la teoría del azadón, así el ganador siempre es el confeccionador de la encuesta.
Lo raro no es que alguien haga una encuesta, lo realmente absurdo, es que la gente de a pie, crea que estos cabrones consultores sean proclives a reflejar la verdad en sus trabajos ciudadanos, tal vez si supieran que lo peor es que sus altos honorarios son saldados, no por el bolsillo de quienes los contratan, sino de la cajota grande del erario público, es decir, que además de que permitimos que nos echen mentiras, que se burlen en nuestra cara, todavía los hagamos figuras públicas para que les paguen miles de dólares por andar de baquetones en la tele anunciando productos comerciales.
En fin… Hoy es el día en que se termina este agridulce año del 2009, y desde el fondo de mi corazón norteño, quiero agradecerles, queridos lectores, su diaria compañía, de verdad que mi oficio de escribidor, sería inútil amén de estéril, si no hubiera ojos que se asomaran a estás mal redactadas líneas, porque parafraseando a mi tía Zenaida, que era cursi como vestido de quinceañera, les diré con emocionada voz: “cuando ustedes me miran me hacen desear ser mejor persona”, ya sé, y ni modo, así nací y así soy, todo sea por levantar mi copa de champaña para desearles con todo cariño que en 2010 sean más las alegrías que las tristezas, que Diosito lindo, los colme de bendiciones y que los guarde en la palma de su mano. Así sea.
P.D: Gracias a don Juan Pérez Ávila por el artículo: “El Aristarco de la Comunidad” que sin falsas poses, desde ahora, y para siempre, lo considero mi título de periodista, posición que me he ganado a pulso con mi honrado proceder, y aunque sé que son inmerecidos los conceptos elogiosos que vertió en su Plus Ultra sobre mi persona, el solo hecho de ver en los ojitos de mi padre, el orgullo por ser quien me dio el hálito de vida, bien vale una misa en catedral. Dios lo bendiga don Juan y le dé larga vida entre nosotros. Ya dije.
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