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jueves, 24 de diciembre de 2009

Las enseñanzas de mamá

Todos los días, desde que partió a la gloria, y conste que no es una mercería, sino allá donde se dice que van a descansar eternamente los justos de corazón, he extrañado a mi santísima madre, pero en estas fechas decembrinas se me carga muchísimo más, y es que ella era un personaje en sí misma, tenía el tono justo de voz para mentarnos la madre, lo raro es que, en esas palabras, que en otras burdas intenciones, seguramente sonarían a maldiciones irreparables, en sus labios se transformaban en estruendosos gritos que, a sus hijos, a veces a sus nietos y sus sobrinos, nos obligaban a andarnos derechitos por la vida.
Mamá se levantaba el 24 desde muy temprano, pero un día antes, ya había puesto a remojar las hojas, los chiles y cocido las carnes para los tamales, y a un grito como si fuera un clarín de órdenes, azuzaba a mis hermanas al trabajo de la embarrada; los hacía de cabeza de puerco, frijoles, rajas con queso, de pollo en salsa verde, de venado, de dulce y nunca he probado manjar más rico que lo que doña Juanita nos cocinaba, pero eso no era todo, los tamales eran como el antojito de cada temporada, así que a mi amá, que era una experta cocinera, se le movían las manos para hacer su inigualable versión de la fritada de cabrito, que le quedaba exquisita, porque primero salteaba cada pieza del animalito en manteca de puerco, y luego los colocaba en una cacerola de barro, una por una iban quedando en una deliciosa pira gastronómica, después cocía la sangre en un amasijo de yerbas de olor; ya para ese momento la casa era un hervidero de ollas; preparaba frijoles borrachos, arroz rojo y hacía un pan de máiz en un sartén de acero que tenía un sabor indescriptible.
Por eso la extraño tanto, y de repente me acuerdo de todas sus enseñanzas transmitidas con esa ternura norteña, de mujer recia, indoblegable, como un árbol o una piedra, que no cambiaba de horizonte aunque la azotaran los vientos, por esa razón, enseguida les enlisto varias lecciones que me dio, mientras tanto, les deseo a todos ustedes queridos lectores, una feliz navidad, que renazca en sus corazones la esperanza de una mejor vida para todos, y si se trata de pedir un deseo al viejo panzón de la gorra roja, conste que no me refiero a Carstens, sino a Santaclos, espero que nuestro jolivudense gobernador Eugenio sea el próximo presidente de la república, que éste, está más galán que Peña Nieto y, dicho sea con todo respeto, su esposa Adriana es una leidi llena de belleza, sencillez y glamour.
Todo lo que siempre necesité saber, lo aprendí de mi madre:
Me enseñó a APRECIAR UN TRABAJO BIEN HECHO: “¡Si se van a matar cabrones, háganlo afuera! ¡Acabo de terminar de limpiar!”. Me enseñó RELIGIÓN: “¡Mejor reza para que esta pinche mancha salga del pantalón del uniforme!”. Me enseñó LOGICA: “¡Porque yo lo digo! ¡Por eso... y punto!”. Me enseñó a PREDECIR EL FUTURO “Donde te saques un pinche 5 otra vez, verás lo que te pasa pinche huevón.”
Me enseñó IRONIA: “Sigue llorando y yo te voy a dar una verdadera razón para que llores”. Me enseñó a SER AHORRATIVO: “¡Guarda las lágrimas para cuando me muera!”. Me enseñó OSMOSIS: “¡Cierra la boca y come!”. Me enseñó CONTORSIONISMO: “¡Mira la mugre que tienes en la nuca! ¡Voltéate!”. Me enseñó FUERZA DE VOLUNTAD: “Te vas a quedar sentado todo el día hasta que te comas todo”.
Me enseñó METEOROLOGIA: “¡Parece que un huracán pasó por tu cuarto!”. Me enseñó MESURA: “¡Te he dicho un millón de veces que no seas exagerado!”. Me enseñó EL CICLO DE LA VIDA: “¡Te traje a este mundo, y te puedo sacar de él, animal!”. Me enseñó A MODIFICAR PATRONES DE COMPORTAMIENTO: “¡Deja de actuar como el cabrón de tu padre!”. Me enseñó a no tener ENVIDIA: ¡Hay millones de niños menos afortunados en este mundo que no tienen una mamá tan maravillosa como la tuya!”.
Me enseñó VENTRILOQUIA: “¡No me rezongues! ¡Cállate y contéstame! ¿Por qué lo hiciste?”. Me enseñó principios de Ortodoncia: “¡Me vuelves a contestar mondao y te estampo los dientes en la pared!”. Me enseñó RECTITUD: “¡Te voy a enderezar de un solo chingadazo!”. ¡FELIZ NAVIDAD!

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