Hay días como hoy, que no me sube el agua al tinaco, y es que siempre he considerado que diciembre debería de ser un mes en el que se tendrían que decretar vacaciones con goce de sueldo para todos los mexicanos, pero a como está la situación, que no hay ni empleos suficientes, mucho menos dinero para solventar los gastos básicos, mejor declino la peregrina idea de andar de flojonazo y me pondré a redactar mi popular columna, aunque francamente, no me surge ni un buen tema para compartir con ustedes queridos lectores, y es que extrañamente, en estos fríos no sólo se congelan los aires, sino también las palabras que son la materia prima para confeccionar los mensajes, aunque ya han leído lo que he escrito durante el mes, y la verdad es que he hecho puras cursilerías, espero que no me lo tomen a mal, les prometo que sigo siendo el mismo Ejecutor, pero la temporada ha sido demasiado nostálgica como para tirar dentelladas a diestra y siniestra, aunque francamente muero de ganas por echarle montón a uno que otro mondado que me cae en la punta de las muelas, cómo ése cabrón que se siente la divina envuelta en crema de chocolate y digo tampoco es para tanto, ya que los méritos de los que presume son tan inventados como su propia vida de holgazanería chichifesca, porque a los hombres que viven de lo que venden las mujeres se les denomina con un letrero que ni siquiera yo, que manejo un amplio lenguaje con un rango de criterio que raya en la liberalidad mundana, me atrevo a plasmarlo en esta democrática Guillotina, además, por si fuera poco, ahora que ha dado el viejazo, no se ha percatado de que sus aires de conquistador galán, no le quedan del todo bien, porque de la gallardía que presumía hace unos ayeres, no queda nada, bueno, no mucho, y es que ha sido tanto su tráfago por los placeres de la vida que lo que antes era un hombre guapo, ahora solamente queda el puro zurrón, y la cara que causaba impacto a las viejas al verlo de frente, ya le quedó como de perro triste, no que esté feo, pero francamente la edad le cayó encima, parece que alguien lo recogió del basurero y nada más le quitó la tierrita para volver a ponerlo en circulación, debería de reflexionar sobre su aspecto para pedirle cita al Dr. Sanmiguel, que no hace milagros pero con una estiradita allá, otra planchadita acá, un reacomodo acullá, tal vez logre levantarle las facciones, yo no sé mucho de esos asuntos de milagrería cosmética, pero no le caería nada mal una mascarilla de pepino de león, Guanajuato para refrescarle la jeta y unos chiquiadores de papa en los ojos para disminuirle las ojeras de nata soplada, porque si bien es cierto que no existe el elixir de la eterna juventud, ni el inventado espejo de Dorian Grey de Oscar Wilde, estos genios de la cirugía plástica pueden ser capaces de darle un refrescón a su deteriorado rostro.
Yo lo he comentado con varios amigos, que a este señor, alguna de las tantas novias que ha tenido a lo largo de su azarosa vida, le ha de haber hecho mal de ojo, ya que, claro, dada su apostura, pues las viejas lo acosaban, es más, a veces ni le cobraban, o sea, que las ha tenido por racimos, aunque alguna vez tuvo un matrimonio bien establecido, pero lo divorciaron por ojo alegre, en fin, que la historia de este señor continuará y yo daré cuenta de sus andanzas, espero que no me lo tome a mal, ya que no he platicado nada malo de su vida, sólo ha sido para darle consejos de que se dé una manita de gato para que vuelvan a reverdecer sus laureles.
Por otra parte… faltan dos días para el nuevo año… Y sigue la cuenta regresiva, claro que como en el pueblo globero no hay Big Ben, Y lo único que tenemos es el reloj de la plaza Hidalgo, desde este momento mi tía Tencha y sus comadres mitoteras van a monitorearlo segundo a segundo para solicitarle al padre Diabla que eche al vuelo las campanas de su parroquia. Yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas…
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