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viernes, 3 de julio de 2009

Los Camiones


Mi tía Tencha siempre se preguntó la razón de por qué demontres en Laredo, Texas, los “buses” (léase los boses) tenían aire acondicionado y en nuestro pueblo globero muy apenas jalaban. La verdad es que nunca he podido desentrañar el enigma que agobiaba a mi sacrosanta pariente, pero siempre he sospechado que es por pura corrupción gubernamental.
Se supone que el transporte público es un servicio colectivo de primera necesidad en cualquier ciudad que tenga más de veinte hectáreas de extensión, así que si no existe una red amplia de suficiente capacidad para llevar y traer a los ciudadanos de a pie que requieren trasladarse de un sitio a otro, es por culpa del municipio.
Hace años que no me subo a un camión azul, que cuando yo era jovencito, por el frente de mi casa circulaban; de bajada el Arteaga González y de subida el González Arteaga, pero no porque no me trepe a sus desvencijadas carrocerías no dejo de reconocer que son chatarras ambulantes, que ni siquiera en Agualeguas, Nuevo León los dejarían andar por sus calles polvorosas, y es que les suena todo, amén de que no sirven los asientos, tan deteriorados están que un día mi tía Pomposa se sentó en uno todo cuarteado y se pellizcó sus frondosidades, pero como le quedó un moretón tamaño familiar, mi tío Zenaido se le puso de fierro malo y le dio unos madrazos entre ceja, oreja, sien y rabadilla, aunque en su descargo, el interfecto, dejó asentado: “si te creo que haya sido el asiento del camión pero eso es para que sepas quien manda en esta casa” claro que andando el tiempo, luego de que al jefe de esa familia le dio una embolia y quedó todo chueco de la comedera, mi tía que no es que fuera vengativa pero tenía memoria de árabe para los desquites, le daba de comer el caldo de res bien caliente y le espolvoreaba harto chile piquín en los huevos estrellados, a mi tío nada más le lloraban los ojitos y mi tía Pomposa le decía: “nada más para que sepas quien manda en esta casa y le daba un cachetadón de madrastra diabética”.
Los camiones del pueblo son yonques que deberían estar descansando en paz en los deshuesaderos de la periferia, pero los concesionarios de la Unión de Conductores de Camiones Urbanos de Nuevo Laredo, S. C de C.V tal parece que son intocables, porque mínimo tienen 50 años dando ese pésimo servicio y a nuestras modorras autoridades parece que no les importa que sigan intoxicando la pueblerina atmósfera, pero además que no estén acondicionados para el traslado de personas, a lo mejor como en época de campañas políticas, los usan para trepar a doña Licha y sus comadres para que vayan a gritar ¡Vivas! a los candidatos carismáticos y sus compañeros de fórmula , a la hora de revisar las unidades para prorrogar la concesión, anotan en sus cuadernos que están en excelentes condiciones para el uso de los ciudadanos, pero yo les aseguro, queridos lectores, que ninguno de esa runfla de funcionarios que otorgan los permisos, se atreverían a usar un camión azul para darse una vuelta acompañados del gobernador en sus frecuentes giras de trabajo cortando listones en todo nuestro páramo fronterizo.
Que se dejen de historias vernáculas y que se pongan a chambear, que el pueblo no debe ser menos que los funcionarios que viajan en trocas del año con aire acondicionado bajo cero, y que saquen esas tartanas de circulación, no quiero comparar a mi amado pueblo patriota que a mucho orgullo es la ventana de la patria, con ninguno del planeta pero sólo para ejemplificar a lo que me refiero, en el D. F con todo y su caos vial, a pesar de que el PG no es hijo de su mamá, sino de otra señora, y hace bloqueos casi todos los días en plenas arterias vitales de la capirucha, existe una amplia red de transporte colectivo, empezando por el Metro que está subsidiado por los impuestos de los ciudadanos, porque eso de que los burócratas se cuelguen el milagrito, como si fuera de ellos el dinero, me parece un absurdo, se sienten como don Melesio que era muy generoso con el dinero de su compadre Melitón y saludaba con sombrero ajeno.
Claro que nadie pide que los azules se transformen en los camiones rojos cuates de Londres, si esos que son emblemáticos de la capital inglesa, cobran 3.50 euros por un día completo de traslados ilimitados y no crean que es como aquí en el pueblo, que las señoras se sacan del seno la feriecita en el paliacate enrollado, allá no, ellos tienen una tarjeta que se recarga en establecimientos apropiados y todos los niños menores de cinco años viajan gratis así como también los viejitos de la tercera edad, los estudiantes de tiempo completo no pagan un solo centavo y al abrirse la puerta, baja una rampa hasta el suelo para ofrecer mayor comodidad al usuario.
Ya sé que como le dice CELESTINA a Pármeno, ¿tú no ves que es necedad o simpleza llorar por lo que con llorar no se puede remediar? Pero a poco no sería extraordinario que se dejaran de tanta indejada de festivales culturales en los que homenajean a encueratrices hediondas a naftalina para darle al pueblo un buen servicio básico de transportación eficiente con todas las de la ley y si luego de eso, sobra dinero, pues que hagan derroche con fiestas en las que se desborda el vino y abundan los bocadillos de sabrosuras inútiles.

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