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miércoles, 29 de julio de 2009

El Big Brother de H.E.B


H.E.B tiene denominación de origen en nuestra región, es tan familiar tanto para los de este lado como para los del otro Laredo. Yo me acuerdo que cuando era chico iba al que está cruzando el puente porque era más fácil el regreso cargando las bolsas del mandado. Ir y venir a la tienda era un asunto de milagrería, porque había de todo a granel, pero no quiero sonar a tío abuelo nostálgico, que esos tiempos idos no es que fueran mejores, lo que pasa es que el divino tesoro de la juventud era en gran parte uno de los atributos que se disfrutaban sin presentir el agobio del futuro.
No sé si les he comentado queridos lectores, que viví una temporada en la señorial ciudad de México, y siendo como soy, norteño de pura cepa, fronterizo como el que más, tamaulipeco a mucho orgullo, pues al llegar busqué la mejor tienda en donde pudiera encontrar de todo y como en la primera etapa viví en Plateros en la Delegación Álvaro Obregón, cruzando al lado de la preparatoria Ocho, serpenteando la barda, se encontraba un Wal-Mart, que a decir verdad era grande y tenía de todo, pero en esos flashbacks que uno tiene, que son como instantáneas de Polaroid, me vino a la memoria el eichibi en donde siempre compré, y a pesar de que la tienda siendo de las mejores de El Chilango City, no llenó mis expectativas de compras, para empezar no había buena carne, el departamento de verduras estaba saturado de yerbas que solo los nativos del D.F comen a destajo, y que yo no conocía ni en pinturas, como quiera con el estilo americano del acomodo de los diversos puntos de venta, me hizo sentir como si estuviera en casa, volví a sentirme en el eichibi de mis años de infancia, como Proust al mojar la Madalena en el té, así me conecté con el pasado y les juro que casi pude percibir el ambiente doméstico de mi eichibi, el que está en Flores y Farragut, naturalmente que Dios si ha perdonado mis pecados pero el implacable tiempo, no, y de eso que les cuento, queridos lectores, ya han pasado todos los acontecimientos que han hecho de mi vida un catálogo de vicisitudes y en los que he podido recolectar apenas un manojito de amigos pero no hago mención de los años porque entonces si me echo a llorar desconsoladamente.
Hace un par de días fui al H.E.B de aquí de Reforma y me llevé una desagradable sorpresa, pero no por las existencias de los abarrotes ni mucho menos por la calidad de los genéricos, que como quiera que sea tienen de todo para aventar parriba, sino porque hay guardias de seguridad en cada esquina, hagan de cuenta que yo iba caminando por donde están los combo locos todos en hilerita, y de repente me sale uno, se me quedó viendo como si me fuera a robar el producto, y es que en el H.E.B tienen ofertas raras, compras algo y te llevas otra cosa por el mismo precio, así que yo como buen comprador que soy, reviso el empaque del artículo de pe a pe, leo los contenidos, las especificaciones técnicas, los porcentajes de nutrientes y como tengo una estricta dieta de 1200 calorías, pues checo ese rubro para no excederme en la ingesta de esas amenazas intangibles, claro que yo creí que se iba a ir enseguida, pero no, resulta que se quedó mirando lo que hacía con el frasco de mole doña María, a lo mejor el “sekiuriti gard” pensó que me lo robaría o que lo iba a abrir para embarrarlo en un bolillo, total que tampoco me panikié, y haciendo caso omiso del vigilante acoso, seguí mi gira de compras por los amplios pasillos del H.E.B y llegué hasta donde estaban los mariscos y compré 500 gramos de mortadela de esas finas, que cuestan 20 pesos el kilo, y como soy muy fijado en la frescura de los productos, pues abrí el paquete para probar el embutido, y apenas me había llevado a la boca el pedacito de carne rojo, conste que no es albur, si tampoco soy el sapo de la estaca que solito salta y se ensarta, cuando otro guardia con tipo de mariachi de El Rancho, me salió por el flanco zurdo, pero lo raro es que no me arrebató el bocado, solamente me observaba como esos niños “jomlez” que tienen las jetas blancas de hambre.
A través de esta gustada columna, quiero conminar a los ejecutivos de “eichibí” de Reforma, a que quiten tanto chingao policía, digo, tampoco se trata de que le pongan cola a uno, si ya tenemos bastante con lo que está ocurriendo en el pueblo, para que ahora, hasta en una tienda tan emblemática como H.E.B haya tanta seguridad, o que si van a andar ahí por los corrillos de compradores, que procuren no hacerse notar, es que es muy desagradable que alguien te esté pisando la sombra, por lo demás todo está perfecto, sigue siendo la misma calidad aunque los precios de algunas cosas se disparan comparados con los “eichibís” de Laredo, Texas.
Conste que no quiero que lo tomen a mal y me vayan a correr la próxima vez que visite su vigilada tienda, pero tengo que confesar que casi me sentía en la casa del Big Brother. Gracias a san Pefepo bendito, que no me llevaron al ministerio público porque dicen que de allí nadie sale libre sin antes darle una buena embarrada de dólares al juez calificador. Ya dije.
P.D: Y no soy paranoico… ¿quién anda ahí? ¿quién me hablo?

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