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martes, 14 de julio de 2009

Alma


Mi hermana Alma me dio grandes lecciones durante su vida, con ella y entre sus sueños, aprendí que el ahorro es más importante de lo que la gente cree. Sin ser burócrata ni ratera a sueldo en el municipio, amasó una considerable fortuna gracias a que supo meter dos pesos de los tres que ganaba a un cochinito y ya que tenía el dinero compraba lo que requería para su creciente negocio.
Gracias a su denodado esfuerzo compró un terreno en donde pervive un sueño de bienestar para su hija Mariana. Nunca esperó que el dinero le cayera del cielo, se movilizaba a conseguirlo para que de tres pesos se multiplicaran a diez y con diez hacer negocios de compra venta de lo que fuera, igual de manzanas, de radios, de llantas, de ropa, de colchas o de joyería.
En los estertores de la década de los 90, nos congregábamos en la iglesia metodista El Divino Salvador y yo que siempre he sido como la mala conciencia del diablo, para cocorearla, le decía: “Almita, ya viste que el tartamudo pastor Gabriel a pesar de sus excelentes mensajes de amor al prójimo nunca ha logrado que luego de su sermón, algunos de nuestros hermanos en Cristo nos den un raid a los que vivimos en donde da vuelta el aire” y ella me contestaba, como si fuera Sócrates: “es mejor padecer la injusticia que cometerla”.
Su fe nos salvó a todos, y es que en momentos de tribulaciones, nos uníamos a una de sus plegarias para refugiarnos en su regazo espiritual en medio de la tempestad. A su lado nunca nadie tuvo miedo ni se quejó de enfermedad alguna, su inquebrantable creencia en el Dios de Israel infundió a quienes la rodeábamos de confianza en que la vida que transcurría estaba vigilada por el ojo que todo lo ve y nada malo podía ocurrir, además, nos enseñó que nadie escapa a su destino, porque el tiempo le pertenece a Dios y es perfecto.
Fue una de las primeras pastoras evangélicas del pueblo en una infame época cercenada por la corrupción de una iglesia que nunca ha creído más que en el poder del dinero obtenido por beatíficas extorsiones a los pudientes pecadores que compran indulgencias dizque para ganarse el cielo, cuando ya se sabe que es más fácil que un camello entre en una de las jaulitas del zooligichiquito que un rico en el Reino de Dios.
Su muerte, como es natural, nos entristeció a todos, pero yo, que estuve a su lado día y noche durante sus últimos meses de vida, puedo dar testimonio de su grandeza humana, ya que ni en sus crisis evolutivas de dolores crecientes, renegó de su fe, ni de su Dios, y como el santo Job se entregó paciente en sus divinas manos, seis años atrás, ese mismo consejo le dio a mamá cuando en agonía le preguntó: “¿Cómo le hago hijita?” y Alma, transida de angustia, con la congoja atenazándole el corazón, valiente, le respondió: “no te opongas a la voluntad de Dios”.
Hoy celebramos el día en que llegó a nuestras vidas y en plena comunión con su recuerdo, quienes la amamos en su envoltura carnal, los que supimos comprender su estatura espiritual, quienes tuvimos la suerte de compartir su aventura de vivir, su indómito carácter, la dulzura de sus gritos, la emoción de sus sueños, la rabieta de sus deseos, y su enorme capacidad de amar, rezamos el epitafio que rigió su vida y esculpido en su lápida vigila su descanso eterno abrazada a su mamá Juanita.
El Señor es mi Pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma; me guiará por sendas
de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo;
tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
!FELIZ CUMPLEAÑOS! HERMANITA.

1 comentario:

FESTIVAL DE BODAS dijo...

Hermoso y conmovedor. Gracias por compartir.

Victor "globito" García