De alguna u otra manera, la marihuana siempre ha estado presente en los maceteros de varios integrantes de mi populosa parentela, por eso se me hace raro que hagan tanto barullo con el tema de la legalización de la yerba, tampoco es que sea un pecado capital, pecados gordos los que cometen los señores de ideas cortas y manos largas, que pastorean nuestra iglesia católica, al recibir generosas limosnas de los pillos que así se ganan indulgencias plenarias, pero aunque eso es más viejo que la roña, uno no deja de sorprenderse que hagan proselitismo para llenar los canastos de las limosnas a costa de lo que sea.
La marihuana es una planta como cualquiera otra, de hecho, se ha usado en rituales santificados, por citar un ejemplo, mi tía Tencha echaba en un frasco con alcohol verde un manojo grande y de ese pócima se embarraba sus cansadas piernas, ese remedio le mitigaba los dolores de las reumas, y nadie de la familia la criticaba, también es cierto que no se echaba sus pistos del brebaje, yo me acuerdo que de huerco la veía y me parecía de lo más natural, tal vez fue la primera droga que conocí, pero no por eso, la empecé a fumar, es decir, no era razón de peso el tenerla tan a la mano para empezar a consumirla, claro que no sabía los efectos que provocaba, a lo mejor si hubiera tenido la información, desde niño habría andado riéndome todo el día, además, ahora, la consumen diez de cada nueve habitantes del mundo, okei, lo pondré en contexto del globero pueblo, aquí, huele a humo de marihuana en cada cuadra de todos los barrios, o sea, no hay que ser tan perspicaz, solamente hay que levantar la nariz para percibir la peste.
Hay un estudio reciente, que dice expresamente que hace cien veces más daño el alcohol que cualquiera otra droga y las autoridades lo saben, ni modo que sean ciegos, pero las bebidas embriagantes salen en comerciales de los deportes más populares y pagan por dicha publicidad, miles de dólares, pero como es un negociazo que produce dividendos multimillonarios, nadie va a pedir que lo quiten del mercado porque dejarían de hincharse los bolsillos de lana, por si fuera poco, esa investigación, se refiere a que el alcohol no daña sólo al que lo consume, es decir, al enfermo, sino a todo su entorno familiar, es un cáncer social y difícilmente se podrían calcular los enormes daños que ha causado durante tantos años, es más, no sé si ustedes lo saben, queridos lectores, la marihuana, --conste que no estoy haciendo apología— de 100 puntos solamente tiene siete de daño a la persona y cero a la familia, naturalmente que siendo una droga tranquilizante, pues no provoca conflictos sociales, se acuerdan de aquella era famosa del “Amor y Paz” pues era eso precisamente que querían decir que la marihuana era la panacea para todos los malos y un alcohólico se perjudica él en un 82 de 100 y 78 en perjuicio para la familia que lo rodea, es algo muy serio, sin embargo, los organismos de salud pública del mundo, ni siquiera se han atrevido a tocar el tema, porque no se van a poner con Sansón a las patadas, los grandes conglomerados productores del vicio permitido del alcohol en todas sus presentaciones, los aplastarían como cucarachos apenas emitieran una declaración contraria a sus jugosos intereses.
En California los votantes decidieron que no querían legalizar la marihuana, pero creo que si lo van a hacer, en algún momento, tal vez más pronto de lo que ellos mismos creen, en fin, que esto del consumo de la yerba con fines recreativos tendrá que salirse del tambache de asuntos intocados, para que cualquiera, como en algunos países europeos, pueda ir a comprarla al estanquillo de la esquina, espero que sea pronto, ya que aunque no soy adicto a ninguna droga, como quiera me preocupa que siendo una plantita tan buena para todos los males, le hagan tantos desaires.
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