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jueves, 25 de noviembre de 2010

Larga vida para mi padre

El lunes 22 de Noviembre, mi santo padre, festejó su cumpleaños, al lado de sus hijos, nietos, bisnietos, sobrinos, amigos y demás familiares y aunque no le hicimos gran fiesta, el solo hecho de compartir a la hora de la comida, resultó un gran acontecimiento, ya que no todos los días, un hombre de tan singular prestancia llega a sus primeros 79 años, lo digo así, porque dada su condición de único en su género, jamás desaparecerá de nuestras vidas, a veces, por bromear, le digo, como la canción de Sinatra, que el final se acerca ya, pero la realidad es que don Chilo ha bebido la ambrosía destinada para un ser irrepetible como él, conste que no exagero al decirlo, quienes lo conocen de cerca, saben a lo que me refiero, su trayectoria a través de este plano terrestre ha sido íntegra, jamás ha codiciado las grandes fortunas, su verdadera valía radica en su corazón que nunca ha anidado la maldad, es justo entre los justos, digno representante de una sangre poderosa de la que soy continuación de su legado, aunque he de confesar que carezco de todas sus virtudes, siendo como es, un héroe laureado por tantas batallas de las que ha salido vencedor, pero sobre todo, la de haber vivido en plenitud.
Le gusta el beisbol, de él aprendí que es el mejor deporte, incluso como un homenaje permanente a su persona, nunca he cambiado mis gustos, incluso, ya se los había comentado, disfruté a su lado, toda la serie mundial, aunque el final, no nos agradó a ninguno de los dos, tanta es su afición por la pelota, que los domingos se va a anotar los partidos de una liga al poniente de la ciudad, claro que regresa bien cansado, pero en su cara se refleja la satisfacción de haber disfrutado de una tarde espléndida, aunque siempre le he dicho que esos juegos llaneros de 52 carreras y muchos borrachos en el campo, son tan extravagantes que yo nunca sería espectador de un bodrio de esa naturaleza, pero mi padre, indulgente como siempre ha sido, me dice que prefiere ver uno en vivo, que sentarse ante la televisión, además, es tal su pasión por dicho deporte, que ya que se le pasa el agobio de todo el día en el monte, me cuenta cada uno de los innings en los que se pueden ver racimos de 12 carreras en una sola entrada, y hay días en que se la pasa desmenuzando los numeritos de los jugadores, verlo tan ensimismado en un asunto que para cualquiera pudiera ser trivial, me enternece tanto que puedo ser capaz de echarme a llorar.
Hace poco, nos dio un sustazo, ya que por andar de confiados en un matasanos, que dicho sea de paso, un doctor que es capaz de aventurarse a recetar un medicamento sin haber hecho exámenes previos, es peor que una alta dosis de venenosa esperanza, ocurrió que se tomó una de esas pastillas proveedoras de insulina y le bajó tanto la glucosa, que de pronto se volvió loquito, decía incoherencias y claro que todos nos asustamos, ya que a su edad, que tampoco 79 son tantos, pero tiene mayor probabilidad de que cualquier sustancia intoxique su fatigado organismo, cualquier descuido podría ser fatal, gracias a Dios que mis hermanas Nena, Ana y Rocío, lo llevaron con el eminente internista Javier del Valle, a quien conocí gracias a la generosa recomendación de Rosalinda Treviño de Villarreal y el médico otorgó diagnóstico tan acertado que ya han transcurrido varias semanas y se mejoró a tal grado que desde entonces ha hecho su vida normal, yendo y viniendo a su libre antojo por sus correderos habituales
Tardará en nacer, si es que nace, un hombre así como mi padre, cuya heredad es el compendio de su propia vida, y él, que lleva contados los días, uno a uno, desde que nació, sabe que sus hijos, sus nietos, bisnietos, sobrinos y amigos, hemos tejido con su venturoso destino una bandera inconsútil qué flamea en su digno corazón que es nuestro hogar. ¡Feliz Cumpleaños!

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