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lunes, 15 de noviembre de 2010

Lástima Margarito...

Que me perdonen los fans de Antonio Margarito pero quién chingaos le dijo que podía treparse al ring para enfrentarse a Pacquiao, lo bueno es que yo andaba medio pedo y pude observar la pelea sin evidentes muecas de angustia, pero entre que me asomaba a la televisión y le daba un pisto a la cerveza, vi al mexicano todo madreado, parecía santo Cristo, lo que no me parece justo es que ni el réferi se haya compadecido del boxeador que de seguro ya no quedará bueno ni para los mandados, porque el filipino parecía que andaba en el ring tratando de no golpearlo demasiado.
El pobre mexicanito declaró torpemente que no se rajó por amor a México, de cuando acá ser pendejo es sinónimo de mexicano, no que yo sepa, a menos de que nuestros ínclitos legisladores hayan emitido un decreto de que un pésimo boxeador se tiene que dejar masacrar por su oponente a riesgo de su propia integridad física, y si no lo hiciere la nación se lo demandaría, o sea no, pero bien dicen que desde que se inventaron las excusas se acabaron los perdedores, porque mejor, a este bueno para nada, no se le habrá ocurrido decir que no podía con el paquete, lo peor es que ya lo habían atrapado en una chapuza en otra asociación de boxeo de donde lo corrieron por elemento gacho, pero no es nada raro que los rankings sean tan disparejos en estas empresas promotoras deportivas, que no son instituciones muy diáfanas en sus procedimientos, son como el IMSS que dice que no tiene dinero para pagar las pensiones y compran medicinas más caras para ganarse una jugosa comisión a costillas de los pobres derechohabientes, ya que a todas luces se notó la incapacidad de Margarito para darle batalla al filipino, que no es por nada, pero es una maquinita para tirar golpes, tiene rapidez, técnica y estrategia y el mexicanito es como un costal de papas, bueno, para acabar pronto, si yo hubiera sido el entrenador de Pacquiao no lo contrato ni como sparring, además, de qué serviría un tipo con esas características, lento, torpe, guango para tirar golpes y mañoso a la hora de ponerse los guantes, porque aquí está el asunto tenebroso de por qué lo sacaron del otro consejo de box, resulta que en una de esas peleas, le detectaron que se enyesó las vendas antes de colocarse los guantes, bueno, pero así como están las cosas en esas mafias pugilísticas, no dudo ni tantito que se pudo haber encementado los puños y nadie se habría dado cuenta, lo que sí es un hecho irrefutable es que el diputado filipino le perdonó muchos golpes, es más, es necesario darle un reconocimiento deportivo de calidad humana, porque ya estando en ese trance de adrenalina, bien pudo haberlo dejado peor, dicen que lo tuvieron que hospitalizar por fractura en la mandíbula, ya sé que si alguien de derechos humanos mete uno de esos pliegos petitorios en los que exigen que se aclaren los hechos de nada serviría una porque nadie les hace caso y otra porque si lo hacen sacarían a relucir que el mentado Margaro no podía haber estado rankeado para pelear ni contra un amateur, pero es el colmo que la corrupción nos esté rebasando a todos y nadie haga nada real y concreto para impedirlo, y lo peor es que sólo es por puro dinero, al rato, podremos ver a Pacquiao pelear contra un peso completo y nadie dirá nada, en fin, esto del box es pura trampa, lo malo es que todo se tapan con la misma cobija que los calienta con carretadas de dólares, nada más imagínense, queridos lectores, cuántos millones no habrán ganado con ese estadio repleto de aficionados y, por si fuera poco, las ganancias estratosféricas que se generaron con las transmisiones televisivas, aún las diferidas, como en el caso de TVApesta que tiene a puros chafas comentaristas que no saben ni la O por lo redondo, mejor ya le corto a esta columna, no vaya a ser que me enoje de verdad y termine despotricando más de la cuenta y me vaya a agenciar enemigos que no tengo. Me salvó la campana. Ya dije.

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