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jueves, 25 de noviembre de 2010

Antonieta Rivas Mercado

Antonieta Rivas Mercado se dio un tiro en el altar mayor de la catedral de Notre Dame, hecho que suscitó controversia entre los asustados católicos de la época, tanto así que de inmediato procedieron a exorcizarlo, ignoro las razones que la llevaron a tomar tal decisión, supongo que una mujer de tan alto rango social, no se mata por “quítame estas pajas”, pero dicen los entendidos en el área de la psique humana, que los suicidas tienen en su interior recovecos en donde anidan la víctima y el victimario, es decir que se quitan la vida porque hay una vocecita que les dice a cada momento que deben desaparecer al otro que les hace daño impunemente, naturalmente que yo no soy sicólogo y la única relación que he tenido con un estudioso de ese campo, ha sido con Mauricio González de la Garza que tenía un doctorado en sicología y él me decía que nunca se podrán desentrañar los misterios del alma, que cada persona procrea los ángeles y los demonios a su propia imagen y semejanza.
Antonieta Rivas Mercado nació en los albores del siglo veinte, era amiga de los grandes artistas y pensadores del México de principios del siglo veinte, claro que dada su natural proclividad por las artes, se convirtió en mecenas de pintores y escritores, además teniendo tanto dinero, pues le era fácil disponer de cualquier cantidad para auspiciar a los grandes creadores, porque una mujer tan fea, en ninguna época, podría haber tenido oportunidad de codearse con la élite de las portentosas inteligencias, que entre otros, se contaba entre su círculo estrecho de amistades, al inteligente regiomontano Alfonso Reyes, Manuel Rodríguez Lozano, Jaime Torres Bodet, Frida Kahlo, Diego Rivera, Salvador Novo, Andrés Henestrosa, Xavier Villaurrutia, Tina Modotti, entre muchos otros, que conformaban la pléyade de intelectuales más notable de esa gloriosa era de nuestro país, ante el tristísimo panorama actual, no se vislumbra por ningún lado, que pueda surgir una camada de tal envergadura; los hay medianamente cultos, los hay también con razonable talento, pero no con el genio y el ingenio de esos monstruos que conformaron la cultura de la que ahora gozamos los amorosos de las bellas artes.
Antonieta vivió penosamente enamorada del apóstol de la educación, como le gustaba que le llamaran, al inefable José Vasconcelos, no soy un estudioso, ni investigador de nada, pero me encanta conocer de cerca a los personajes lúcidos de nuestro México que en el presente requiere de dos o tres de estos epicéntricos héroes que lleven en andas o en volandas a este país que se nos está encharcando de sangre, no soy un visionario, tampoco se me ha dado la videncia de los acontecimientos que habrán de ocurrir en el porvenir, pero estoy seguro que las presentes generaciones de jóvenes, que han nacido sabiendo utilizar las herramientas modernas de la comunicación, que son más inteligentes que los que ya vamos de salida, habrán de dar un nuevo rumbo a la desvencijada casa que tenemos como patria, cuando ingresé a Líder Informativo en 2008 y que iba todos los días por las tardes, me asombraba el hecho real de que más de la mitad del staff laboral, estaba conformado por jóvenes veinteañeros, ahí fue donde conocí a Jhovanni Raga, joven talentoso, actor, diseñador, escritor, amoroso de la cultura, y a César Iván, también diseñador y actor, a Roberto Lozano activo editor de áreas culturales del periódico, por ello, tengo la absoluta certeza de que nuestra golpeada nación se reformará desde sus cimientos.
Antonieta Rivas Mercado era una joven muy despierta entre otros igual de jóvenes, todos nacidos con el siglo, es decir que esa hornada de valiosos y valerosos mexicanos, fueron los que generaron la sinergia, que no quiere decir otra cosa que unieron fuerzas en montón para lograr sus ideales de prosperidad cultural en un México que en ese entonces era botín de revolucionarios, pero como estaba en bancarrota no pudieron saquear lo que no había en las arcas. Oremos.

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