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viernes, 12 de marzo de 2010

Cuatros bodas y un Ebrard

De plano esto de los matrimonios entre homosexuales ha sido un cadillo en medio de las nalgas para mucha gente, particularmente para los que sintiéndose con derecho a juzgar a las personas por sus preferencias sexuales, se han manifestado contra dicha ley por considerarla anti natural, lo que no es natural, es que terceros se metan en donde no los llaman, y no se han dado cuenta, por absurdos, que lo que se hace de mutuo acuerdo no puede ser considerado inmoral, ni siquiera por el príncipe de la iglesia, que ya se parece a Carmelita Salinas, y de todo quiere opinar, además, estos tales por cuales se hacen como el tío Lolo, si estas mañas son más viejas que la roña, lo realmente doloroso para muchas parejas del mismo sexo, es que nuestras autoridades, se hayan atrasado tantos años para respetar los derechos de los gays, que si a esas vamos, tan ciudadanos son como cualquier otro.
La verdad es que somos especialistas para ese asunto de la discriminación: despreciamos a los gordos por gordos, a los negros por negros, a los pobres por pobres, y cuando alguien pregunta las razones específicas del rencor, nadie se atreve a decir que por el simple hecho de ser como son, así que ahora que Marcelo Ebrard ha apadrinado a los cuatro matrimonios gays todos se le han lanzado a la yugular para aniquilarlo políticamente, lo que no saben, es que según las estadísticas de Roy Campos, el 45% de la población de México tiene tendencias de jotito, al 30% le encanta el chapete, al 25% le gusta juntarse más con sus compadres que con viejas y el restante 10% son sacerdotes, tal vez los panistas estén cometiendo el peor error político de sus vidas, y ese juego perverso del presidente Calderón de atacar a los gays nada más por moralino, le va a salir muy caro al partido blanquiazul, lo bueno es que aquí en Laredo y en general en todo Tamaulipas, nos regimos por otra ley no escrita: “cada quien con su cu… puede hacer un papalote y echarlo a volar”, más claro ni el agua, tal vez por mi idiosincrasia norteña, es que me parecen tan raros los cuestionamientos de los abogados católicos de México, que desvergüenza de estos leguleyos de rosario en pecho y biblia sobaqueada al aseverar como si el Espíritu Santo hablará a través de sus vociferantes bocas, que el matrimonio no es nada más porque dos quieran acompañarse en sus soledades, ríanse ustedes, queridos lectores, sino que el fin es procrear hijos, así me quedé yo también con la sorpresa reflejada en mi cara de talibán por tan estúpidas declaraciones de estos tinterillos de media suela, lo peor es que toda la mala leche contra los gays, viene desde las dos cabezas más prominentes del país, y no me refiero a que sean muy listos, sino a que son los jerarcas; uno de la iglesia, es decir Monseñor Rivera y el otro, Felipe Calderón, el mandatario de este país.
Por lo pronto, Gobernación debería de callar a los representantes católicos, ya que ninguno de los sacerdotes tiene ni voz ni voto en este asunto que es de carácter civil, en momentos como éste me gustaría resucitar a don Plutarco Elías Calles para que los pusiera en su lugar, y no, líbreme san Chárbel bendito, que mi deseo sea que los aniquile de la faz de la tierra, si yo también soy católico de hueso colorado, aunque ya casi no me confieso, porque mi párroco siempre anda pedo o amanece crudo, y claro que tengo ganas de acudir a misa, pero la única que el padrecito da con gusto, es la de las siete de la mañana, porque es cuando acaba de llegar de la parranda, por lo menos Calderón no se ha declarado públicamente contra las bodas gays, aunque todos sabemos que no quiere ni oír hablar del tema, en fin, lo bueno es que ya empezaron las bodas entre homosexuales y si alguno de los recién casados, por esos azares del destino, lee esta columna, los felicito afectuosamente, les deseo larga vida matrimonial y dicha infinita para siempre. Ya dije.

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