jooble.com

martes, 23 de marzo de 2010

Crónica de un crédito negado

Hace quince días me apersoné en ACE construplaza para solicitar crédito, pero me lo negaron, y para mis adentros, pensé: “es qué no saben quién soy” y ya en la troca de mi sobrina Alondra, que es guapa y lo que le sigue, reflexioné que a lo mejor si sabían quién era y por eso me lo negaron, claro que cada quien hace con su negocio lo que le viene en gana, pero para que chingaos andan promocionando que son los mejores en su ramo, si la verdad, su atención deja mucho que desear, primero, que la muchachita que atiende al público andaba toda garrosita y no quiero ser cabrón, pero cuando la vi, me dieron ganas de meterla dos vueltas a la lavadora en el ciclo fuerte, además, ni siquiera me invitó a sentarme, digo, está bien que uno vaya de pediche, pero tampoco es cosa de que lo malmodeen, ya lo decía mi sacrosanta tía Alma Marcela, que no anduviera de más en la calle, porque un día alguien me iba a hacer un feo y ya ven, queridos lectores, que mi familia será todo lo que ustedes quieran, pero algunos, sobre todo mis tías, son bien vivillas desde chiquillas, naturalmente que no me deprimí por el hecho de que ni siquiera me recibiera algún gerentillo de medio pelo, si ya se sabe que a los periodistas, bueno, yo soy el menor de todos, nadie los respeta, desde que cada cual tiene su precio, así que salí del establecimiento con la frente en alto pero sin aval para soltarme material de construcción.
Ya trepados en la troca, Alondra enfiló por toda la México, y yo, que casi no salgo a la luz del sol, por temor a quedar rostizado como vendedor ambulante de la plaza Hidalgo, iba asomándome por la ventana como perrito faldero al que sacan a orear de vez en cuando y me asombró el paisaje, ya que hace años no deambulaba por esa transitada avenida, me iba dando el aire en la cara, cuando de pronto, veo a una camioneta repleta de soldados, y no sé por qué razón, pero me vinieron a la memoria, ráfagas de recuerdos de mi infancia, y es que, en esa época, los juguetes de moda, eran los que los gringos vendían a un dólar, soldaditos verdes con su respectivo vehículo, todos de plástico, en ese tiempo, yo era más inocente que ahora, bueno, sigo siendo candoroso, y no imaginaba que al jugar con esas chimistretas, estaba haciendo apología a la guerra de Vietnam, en la que los ameriqueques no salieron bien librados, ya que los valerosos combatientes de ojos de ficha doblada nunca se dejaron doblegar por el imperio yanqui y los que regresaron vivos a los “yunateid”, quedaron medio locos y a pedacitos.
En dichas divagaciones me perdí por instantes, ya para cuando acordé estábamos en el estacionamiento de Porcelanite, una especie de bodegón sin más adorno que los pisos promocionados por la empresa, pues fue en ese bendito negocio, en el que encontré buen trato por parte de las empleadas, quienes me atendieron con atingencia y amabilidad, así que no tardé en quedar convencido de que había caído en blandito para realizar mis cuantiosas compras de dos metros cuadrados de vitropiso, medio kilo de yeso y unos tornillos para mi tía Lorenza que está bien lurias, además de que el material de construcción era de óptima calidad, el costo total era muchísimo menos de lo que me había imaginado, en fin, que pasado el mal rato en “eis” construplaza, entendí que fue mejor no abrir línea de crédito en esa tiendota tan chingona, que de seguro, me iba a salir más caro el caldo que las albóndigas, de salida del galerón de pisos, me dieron ganas de hacer de la chis, y como vi acomodados en hileritas varios baños bien bonitos, pos dije, de aquí soy y que saco la cartera para pagar, lo bueno es que no se me ocurrió hacer lo que ustedes habían pensado, queridos lectores, si no, a esta hora, de seguro estaría en las portadas de la revistas que muestran a hombres en trajes de Adán para goce seksual de las mujeres calenturientas que pagan lo que sean con tal de ver lo que sus maridos no tienen en otros cuerpos y otras caras. Gracias a Dios que no había ningún paparazi por el rumbo.

No hay comentarios: