Chismosos S. A

A mí que no me vengan con cuentos de que soy el único chismoso del pueblo, porque ni modo que los señores que se juntan en el café estén libres de pecado, si es así, que los impolutos sujetos tiren la primera piedra, francamente no creo que diserten acerca de la filosofía de Kant, y no, queridos lectores, Kant no es una comida para perros, sino uno de esos seres pensantes de los que ya quedan pocos en el mundo, o que platiquen acerca de la historia de la revolución francesa, a otro hueso con ese perro, si se reúnen en esos conclaves es para sacarle la garra a alguien, además de comerse sus pellizcadas de chorizo o sus huevos revueltos con manitas de puerco, si ya se sabe que esas reuniones matinales son imperdibles para ciertos grupos de paisanos, supongo que entablan discusiones de todo un poco, pero su quehacer fundamental, digan lo que digan, presuman lo que presuman, es hablar de lo concerniente a las ajenas vidas, además, no los culpo, si el cotilleo es muy sabroso cuando se tiene el tiempo para distenderse en una silla dura como en la que sientan al yerno incómodo que corteja a la hija más buenota de la prole de cualquier familia, lo destacable es que a cualquiera de los integrantes de la tertulia, se le puede sacar platica del año de la cacahuata (es frase de mi amiga la distinguida señora Norma Barberena), se acuerdan de fechas exactas, de nombres de los involucrados en el mitote y lo mejor de todo, es que traen al presente, dichos recuerdos como si hubiera ocurrido ayer.
El periodismo es chismografía en grande y la historia es un berenjenal recopilado a través del tiempo, si no fuera así, uno jamás se hubiera enterado que el difuntito Luis Donaldo Colosio que Dios tenga sentado en una lomita con música de la culebra, se arrejuntó con una de sus alumnas de la facultad, o que Díaz Ordaz, cuando de visita en puebla durante su campaña presidencial leyó una manta de bienvenida que decía: “Tehuacán con Díaz Ordaz”, comentó divertido: “ha de saber bien feo” o que Santiago Creel le haya hecho una hija a la actriz Edith González mientras era considerado favorito por los gurús de la política como el sucesor de Chente Fox en la presidencia, por cierto, ya que ando en esos vericuetosos enredos panistas, dicen que, César Nava, presidente nacional del PAN, se traslada a todos lados en avión privado, a lo mejor ahora que vino a Tamaulipas, algún periodista paisano puede contarnos pelos y señales de su venida a nuestras tierras, además anda de novio con Patylú una cantantilla de Jeans, esas huerquillas de un grupo inventado por su papá que eran re mamonas como si fueran las “espaisgirls” de su época, hay quienes aseguran que como si fuera un magnate de altísimo pedorraje le dio el anillo de compromiso en Nueva York, y digo, si no tiene empacho para dejarse ver públicamente, en esos chacoteos propios de un veinteñaero y no de un dirigente del partido en el poder, pues que podemos esperar de los que están trepados en los cuernos de la panificadora luna, supongo que lo que gana no le alcanza para darse esos lujos excéntricos propios de un millonariazo, pero a Nava le viene valiendo madre que todo México se entere de su insólita como inexplicable riqueza, en “crónica de un secuestro” García Márquez, dice: “el amor como el poder, si no se ejerce se pierde”. Tal vez eso lo explique todo.
El chisme está hecho de rumores y se alimenta de la imaginación de quien lo cuenta, tiene de todo un poco; verdades y mentiras, rencores y envidias, además, un dejo de audacia y una pizca de dolo, pero sobre todo de un amasijo de candorosa picardía y una porción generosa de encanto, ya lo dijo antes que yo, el genial Oscar Wilde, que con todo y que le rechinaba la reversa, era más cabrón que bonito: “Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”. Ya dije.