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jueves, 18 de marzo de 2010

Cero y van dos...

Cero y van dos. Líder Informativo, mi casa hecha de palabras, ha cumplido, con tal galanura, su misión difusora de noticias a los dos Laredos y la región, que no hay quien se atreva a poner en entredicho la calidad del trabajo que se ha realizado durante las 24 horas de los siete días de cada semana desde el 16 de marzo de 2008, ya que, jamás, ni en días feriados ha dejado de circular el matutino que ha roto todos los récords de lectores en menos tiempo que ningún otro, y no lo digo, no, porque sea el hogar habitual de mi columna, que no sé si se los he dicho anteriormente, queridos lectores, pero este año cumple 21 de haber sido creada, claro que como todo ser vivo, ha evolucionado con el transcurso de los años, y es que el inexorable tiempo, ese que no se siente hasta que ya ha pasado por encima de nuestras vidas, le ha otorgado, una pátina en los ribetes del sarcasmo que raya en el cinismo, y no es por nada, bueno, la verdad es que si es por algo, esta Guillotina de mis amores y desencantos, ha mejorado su modo de estar ante la antropófaga sociedad, que como decía mi tía Eufemia: “no pueden ver ojos en otra cara” y menos unos ojos como los míos, que para quienes no tengan la suerte de conocerme en persona, les diré que tienen la hondura de un mar en llamas y la quietud de un fuego que no se apaga, van a decir que soy bien mamón, al referirme a este espacio y a su servidor, como dos entes separados, cuando ya todos ustedes saben que La Guillotina y yo somos uno mismo, pero aunque piensen que estoy loco de al tiro, les confiaré que hay días en que amanezco desinflado de palabras, de esas veces que no hay modo de hilvanar dos o tres que sirvan para emitir un mensaje apropiado para un público campechaneado, pero esta oportunidad de referirme a mis compañeros, de los que ya se fueron, de esos no voy a hablar, porque de algunos, puedo decir pestes, y otros ni siquiera merecen mi atención, no la voy a desaprovechar, ya que en la nómina del Líder hay redactores tan estupendos que a veces me avergüenzo de escribir como escribo, y es que, mi estilo, no es precisamente el más puro del periodismo, pero eso sí, más sincero que el espejo de Macrina, naturalmente que tengo a mis favoritos, uno de ellos, es el decano del oficio, Maestro de muchos, y me refiero a don Juan Pérez Ávila, al que me emociona leer cada día y es que su Plus Ultra, es una milpa del buen lenguaje, soy franco, al declarar, que he aprendido a través de sus estupendos editoriales, la manera directa de referirse a temas tan escabrosos como la economía del país o a los asuntos laberinticos, y en ocasiones, nauseabundos como la política vernácula, que teniendo tanta tela de donde cortar, se ha tornado una falda de jaguayana compuesta de girones de corruptelas, complicidades y alianzas chafas, entiendo que, según el poeta francés Eugene Guillevic hay palabras que deben sufrir su ortografía, esas no los uso, pero don Juan conoce tantas, que ineludiblemente, he aprendido su significado a fuerza de tropezarme con ellas, si las piedras rodando se encuentran, las palabras brincan entre las líneas para hacer notar su presencia, además no todas las palabras tienen la conciencia tranquila. Hay palabras que se incrustan en uno para siempre y acaban por hacer mitología. Hay palabras que atrapa la burocracia y que nunca se recuperan. Palabras que rechazamos y que después encontramos llenas de cicatrices. Hay palabras que ostentan su esqueleto o que lo ocultan. Otras no tienen. Y ese es nuestro alimento diario del que nos nutrimos todos los que hacemos de las palabras una herramienta para cantar loas a la vida que nos envuelve. Felicitaciones a todos los que hacen posible que cada sol que amanece, este Líder Informativo salga a las calles al encuentro de los ojos que lo leen. Gracias a todos ustedes por tomarse el tiempo de asomarse a esta sencilla columna. Cero y van dos, más los que faltan por cumplir. Ya dije.

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