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martes, 24 de noviembre de 2009

Thanksgiving


Ya es casi imposible, para los ciudadanos de a pie, es decir, para quienes no reciben algún tipo de subsidio del gobierno, celebrar las fiestas que en antaño eran motivo de unión familiar, porque los víveres han alcanzado precios insultantes, a lo mejor no es que estén carísimos, pero la crisis económica mundial ha pegado parejo a todos, también es verdad que las tradiciones americanas son auspiciadas en parte por su gobierno, y aquí, los únicos que tienen panza brillosa son los funcionarios y compadres más cercanos, no quiero estar como cuchillito de palo siempre con la misma monserga, pero les juro, queridos lectores, que el lloradero está en todos lados y francamente, es que la situación no es para menos, antes el pavito costaba algunos dólares y entre guarniciones, colaciones y postres, no se gastaban los miles de pesos, si acaso unos cuantos centavos extras, pero entre el relleno y las exquisiteces propias de la temporada, pues se completaba para una tribu, sólo que ahora, como decía mi amá que en gloria esté: “no hay dinero que alcance”, aunque es verdad que los pobres de los pobres, ni siquiera lo han probado, me refiero al guajolote, no vayan a mal pensar, así que como no celebran nada, ni el día de su santo, pues no es algo que les quite el sueño, los jodidos somos los que estamos acostumbrados a estar de fiesta cada vez que se llega una fecha señalada como el “thanksgiving” en la que se reúne toda la parentela para dar gracias a Dios por los dones recibidos, y no voy a incluir de ninguna manera, la historia original de la celebración, que ya está muy manoseada por los medios difusores de noticias, además lo repiten cada año como una novedad periodística, en fin, que ya saben a lo que me refiero, y mejor sshhhhhh, que de esas noticias se encargan otros, por cierto, yo hice un sondeo al vuelo, entre mis conocidos, y de 40 a los que les pregunté, 38 conmemoran el día, los otros dos me dijeron que no, porque su religión no se los permitía, quesque porque eran ritos paganos, ya sé, así me quedé como ustedes, pero cada quien su vida, como dice el inolvidable Luis G. Basurto, a los 38 que me respondieron que sí lo festejaban, les pregunté si iban a comer pavo, y me contestaron, unos que sí, otros, que nos les gustaba porque estaba muy reseco, el resto que eran como 37, que no iban a comer la opípara ave de corral, porque no había dinero suficiente para comprarlo, pero que como quiera se iban a juntar en alguna casa, los más cursis, me dijeron que el platillo era lo de menos, el chiste era la convivencia, los afrentosos a quienes supuestamente no les agrada la carne del pollote, dijeron que ellos iban a comprar cabrito en el rincón del viejo, otros que sushi, los más mamones, que sólo iban a picar algunas botanas con caviar, pato azul laqueado, trufas, lonchas de quesos finos, lascas de jamón serrano y esas finuras sibaritas, los más sencillos, entre los que desde luego no me incluyo, que iban a mandar traer lonches del Popo, taquitos de La Única, que dizque tienen carne pero se me hace que cuando los doran les sacan el hilito de deshebrada y les dejan el puro olor, o taquitos dorados de La Obregón, no es por dárselos a “desiar”, en mi casa, que no es la suya, pero como si lo fuera, se hornea un pavo que queda de-li-cio-so, lo malo es que todavía no se sabe si habrá o no, primero porque a unos se les hace muy reseco, otros prefieren botanas gourmets, algunos, quieren pedir cabrito a un restaurante, los más sentimentales, aseguran que no importa el menú, el chiste es que la familia se junte para departir, y entre si son peras, manzanas, perones o huevos duros, lo más seguro es que haya gran pachanga con el bullicio de los huercos y las discusiones de los adultos, por lo pronto, a todos los que celebran el “thanksgiving”, les deseo de todo corazón que lo pasen bien, pero no se les olvide dar gracias a Dios a la hora de bendecir los alimentos. Ya dije.

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