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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Jorge Vargas


Jorge Vargas se murió para siempre, y digo, no porque haya sido esposo de la Liona en engorda de la Lupe D’alessio, significa que fue una mala persona, claro que como todos tenía sus cosas de viejo mula, pero en su descargo diré que su avanzado estado de descomposición espiritual se debía a una diabetes mal cuidada, por ello su permanente mal humor, incluso aún estando las cámaras de los programas de chismes de espectáculos, desataba su furia contra quien se le hincharan las ganas, luego, como viejito borracho, se arrepentía, llorando como Magdalena a los pies del Nazareno y pedía perdón a los afectados.
Ernesto D’alessio, uno de los dos hijos que procreó con la polémica artista que le dedicó las chuladas de canciones, como: “Ese Hombre que tú ves ahí”, “Lo Siento mi Amor”, “Ya no Regreso Contigo” y la “Chancla que Yo tiro”, convertido al cristianismo desde hace varios años, ahora casado con una guapa regia cristiana, que dicho sea de paso, muy entregada a Cristo y todo, pero tuvo un hijo fuera del matrimonio, fue una de las víctimas preferidas de su mamá Lupe, quien olvidó a sus hijos por el afán de lanzarse a la búsqueda de su éxito artístico, pero no conforme con ensañarse con su vástago, la viciosa cantante, que dicen, a mi no me consta, tenía nariz de a gramo, los abandonó en manos de las criadas y los recogió la condolida ex esposa de Jorge Vargas, que realmente es la mamá putativa (no es una mala palabra, significa: tenida por madre sin serlo) de los desgraciados seres, que ni progenitora tuvieron.
El pobre muchacho, ahora no lo es tanto, desde chiquito tuvo que hacerse cargo de su propia vida, porque ya se sabe que no teniendo madre, un ser humano se queda a la deriva, es decir, no tiene ningún asidero, claro que el papá hace lo que puede y a veces mucho hace con darles techo, comida y sustento, se fletó bien y bonito para salir adelante, ahora que ha muerto Jorge Vargas ha decidido incumplir la voluntad de su padre, que quería que lo cremaran, pero un inerte cuerpo ya no tiene decisión propia y Ernesto organizó sus exequias de acuerdo a sus creencias, y a mí me parece que hace bien, porque finalmente, a él es al único que le duele, porque entre otras cosas, el difuntito lo ofendió groseramente con frases que no se les pueden decir ni a los peores enemigos , pero no crean, queridos lectores, que en la complicidad de lo privado, sino a grito pelado y con las cámaras de los medios internacionales puestas sobre su cara descompuesta, pero dicen los que saben de esas cursilerías espirituales, que tienes que honrar a tu padre aunque éste sea un hijo de su re… y el pobrecito de Ernesto cada vez que le daba un madrazo de esos, humilde, como si fuera una pirujilla de poca monta, le pedía perdón a su padrotillo por salpicarlo de sangre, eso se llama tener nobleza y lo demás son chinfladeras, poco antes de morir, Jorge rectificó su testamento y dejó como heredero universal a su bondadoso crío, ya que según declaró en su cama de hospital, estaba seguro de que por la rectitud a toda prueba de Ernesto sabía que iba a hacer una repartición justa de sus bienes.
No pretendo echarle limón a la herida, si yo entiendo el dolor ajeno, pero Jorge Vargas ahora estará dándole cuentas a Dios, que al final de nuestros días, es el único que tiene derecho a juzgarnos, pobre hombre que primero le tocó padecer las villanías de la Gorda Dormida y luego sufrir la soledad por su enfermedad terminal, pero como decía mi tía Sacramento: “hablo de su vida, no de su muerte”, como epitafio sobre su colérico recuerdo, tres frases memorables del recién fallecido refiriéndose a su hijo en cadena nacional: me enseñaron a que perdone a un imbécil, a un desgraciado, pero a un perro traidor nunca. ¿Y dónde estuvo su madre (D’alessio) ¿Se estaba metiendo coca en el baño?, ¡No hay pantalones para decirlo! No es odio, es desamor, pero no lo quiero volver a ver en mi vida. (en estas declaraciones se refiere a su hijo). No comments.

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