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sábado, 14 de noviembre de 2009

El padre desobligado

Dicen los testigos presenciales que la mujer llegó hecha una energúmena echándole el caballo encima a su “pioresnada”que responde al nombre de Héctor Guijosa y es diputado en la asamblea del D. F, claro que todos los concurrentes al templo legislativo, se cayeron para atrás como condorito, supongo que muchos han de haber pensado. “estaríamos mejor con López Obrador”, pero como el chisme estaba muy sabroso se quedaron viendo la escena que parecía sacada de una taranovela de Thalía, fue entonces que Emelia Hernández le gritó sus cuatro verdades al desobligado padre de una huerca de dos años de edad: “cumple con tus obligaciones hijo de tu madre, pásame el gasto para mantener a tu hija” y el otro se hacía como que la virgen le hablaba, mientras la quejosa le enseñaba los huevos que traía en una canasta en franca alusión a lo que ya se sabe, claro que el político se tronaba los dedos y de seguro le rezaba a su santo de cabecera para que los elementos de seguridad sacaran a la de los huevos derechito para la calle.
Los reporteros de guardia en la asamblea se pusieron muy contentos porque ya habían sacado la nota obligada para sus diversos medios informativos, y celosos de su deber bombardearon con preguntas al fementido Guijosa que se defendía diciendo que le iba a hacer la prueba del adn a la chamaca, pero resulta que esta mujer, es decir su querida, trabajaba en la delegación Magdalena Contreras junto a él, para los que no sepan, les diré, queridos lectores que una delegación es como si fuera un municipio, así que hay mucho dinero y puestos para repartir, viendo la refriega que se traían con esa monserga de la chamaca que no le dan su manutención, me acordé de una guapa señora joven del pueblo que hizo lo mismo con un vernáculo macho, pero éste no es político, sino un acaudalado ranchero que desde que la chica estaba embarazada, juró y perjuró que el producto no era de su creación, siempre tachó de loca a la interfecta, así que la madre de tan hermosa criatura se hizo cargo de todos los gastos, bueno, con la ayuda de sus padres, solamente que la joven se le manifestó en cuerpo, alma y chicharrón al intrépido gestador de tan casta virgen, en plena boda, claro que el padre Santoyo, como era diabético casi se infartaba del susto, pero a la indignada preñada no le importó ver la cara de pasmo del beato Refugio al que se le iba un color y le venía otro.
El ranchero no tuvo ni que hacerle la prueba del adn a la niña porque es su misma cara, incluso tiene los labios como de molleja de pollo igualitos que él, sólo que la niña, bueno ya es una adolescente preciosa, no tiene la sangre de chinche de su papá, para no hacerles el cuento tan largo, les diré que la historia terminó con final feliz, ya que como este caballero tiene harto dinero, propiedades y vacas gordas, pues le retribuyó con creces lo que le negó en un principio, naturalmente que no se divorció de la esposa para casarse con la mamá de su hija, se separó por otros motivos ajenos a ese hecho, y lo platiqué con una de las amigas cercanas a la familia afectada, y me aclaró que las aguas habían tomado su cauce normal porque todo lo dejaron por la paz, aunque dicen que la que obligó al interfecto a cumplir con su obligación fue la ex esposa en pleno ejercicio de su derecho de mujer por todas las de la ley, en fin, ojalá que el sainete provocado por Emelia Hernández le haya salido productivo para que el diputado Guijosa le dé los gastos de manutención, espero que no se le ocurra darle ese apellido tan feo, mejor que le ponga uno del calendario Galván, que al cabo, nadie lo va a notar, porque al rato, ya que pase el tiempo, esa niña tendrá que saber el lío que se armó por su causa, claro que ella es la menos culpable, como decía mi tía Chofis, conste que no es la misma del poeta Sabines, cada quien tiene la suya: “los niños son criaturas inocentes y son los que más sufren”. Ya dije.

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