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miércoles, 25 de noviembre de 2009

El regalo extra


Ustedes me conocen bien, saben que nada me conmueve y que esta columna no ha sido creada para hablar bien de nadie, al contrario, sin embargo, ha llegado una carta a mi domicilio electrónico que me ha emocionado hasta las lágrimas, claro que me aguanté hasta donde pude terminé llorando a mares donde no me vieras tú… perdón esa es una canción vernácula del dipsómano José Alfredo, pero como forma parte del soundtrack de mis borracheras sentimentales, se metió en las entretelas de la presente Guillotina, y es que de alguna manera extraña, no sé si a ustedes les pase lo mismo, queridos lectores, cuando se me cruzan las emociones, surgen, de pronto, como en las películas, melodías que, parecen brotar del viento que se ondula a través de los árboles, así ha sido en esta ocasión, ya que el mensaje de la misiva, aunque no está redactado por un especialista del idioma, logra su objetivo, es decir, que quien lo lea, sucumba al dardo envenenado de la cursilería de la temporada y que conste en actas, que no soy integrante de ninguna secta religiosa, ni de los aleluyas, mucho menos de los mahometanos, ni de los arcangélicos, yo no niego la cruz de mi parroquia ni a mi virgencita Guadalupana que vive en mi corazón desde hace muchos años, es más, ni siquiera el padre Diabla ha logrado con su ejemplo nefasto que reniegue de mi fe católica, así que ustedes dirán de qué tamaño es mi fervor a la morenita del Tepeyac a la que le pedí un milagro de larga vida para mi hermana Ana Lilia que está con un pie en el estribo para treparse al quirófano, por cierto antes de transcribir íntegro el enternecedor mensaje, quiero agradecer a todas las personas que han orado por su salud, ya que, a pesar del deterioro natural orgánico a causa de las hemodiálisis, su salud es impecable, con decirles, que ha ido y venido de Monterrey sin muestra de agotamiento extremo, claro que yo lo atribuyo a la intercesión celestial de la madre de Jesús, habrá muchos que no crean en los poderes divinos, pero en mi casa todos somos creyentes cristianos, en fin, tampoco quiero que la presente columna se convierta en el evangelio dominical. Enseguida la famosa carta de la que les hablé desde el principio.
Un regalo extra
Te invito a celebrar una Navidad distinta, con algo más de conciencia y es que se supone que en Navidad celebramos el cumpleaños de Cristo, pues lógicamente todos queremos homenajear al festejado, lo cierto es que nos hacemos regalos solamente entre nosotros, así que hoy quiero que junto a esta experiencia vivas el Evangelio y te diré cómo hacerlo.
Cuando salgas de compras navideñas dispondrás de un dinero extra para comprar un regalo que también irá debajo del árbol, pero la tarjeta dirá: "Para Jesús que vive en Ti", no importa el contenido del regalo, si tu economía es buena comprarás un juguete o una prenda de vestir nueva, si tu economía es pequeña, comprarás unos dulces solamente.
Cuando tengas ese paquetito listo, lo pondrás debajo del árbol, y el día 25 cuando se repartan los regalos a todos, el único que deberá quedar debajo del árbol será el de Jesús, porque es para Él.
A partir del día 26 llevarás contigo ese regalo, depende del tamaño, en tu bolso, maletín o carro o lo dejarás en tu casa esperando a que Jesús lo venga a retirar, eso lo eliges tú, seguramente en esos días alguien, algún pequeño, alguna persona con carencias, alguien que necesita, te dirá que le ayudes, ese es Jesús que viene a buscar su regalo, dáselo pero sobre todo, que la tarjeta esté en el regalo, entonces ese hermano leerá lo que tú has escrito, "Para Jesús que vive en Ti", te puedo asegurar que tú te emocionarás y esa persona que Dios ha puesto en tu camino, jamás olvidará lo que allí leerá y por siempre le quedará en su alma, entonces allí se habrá cumplido el Evangelio "Todo lo que hagas al más pequeño, a Mí me lo haces".

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