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sábado, 14 de noviembre de 2009

El que llama paga

En un país como el nuestro, que ha tenido a tantos buenos para nada a cargo de encomiendas burocráticas de gran envergadura, ya nada debería de sorprendernos, sin embargo, cada día que pasa, el escenario de nuestra otrora gran nación, se torna caótico, por decir lo menos, casi se podría decir que estamos a un paso de que se convierta en una empresa propiedad de Carlos Slim, y a lo mejor, no digo que sea lo conducente, nos iría muy bien, ya que el millonario mexicano más influyente de latinoamérica, sabe cómo hacer sus negocios para que le redunden grandes utilidades, yo me acuerdo que hace muchos años, Salinas o alguno allegado a él, le cedió las telecomunicaciones en monopolio, algunos mal pensados compatriotas, consideraron que las había dado en comodato, pero por lo visto nunca se las regresó.
Yo, a pesar de que Nextel otorga un pésimo servicio, renové mi contrato con la compañía porque no quise seguir dándole mi dinero al libanés que se ha hinchado de dólares gracias a todos los usuarios de Telmex, es que la verdad, queridos lectores, me dio harto coraje, enterarme de que en Argentina y Colombia, claro que con otra razón social, las mismas conexiones telefónicas, las cobra a mitad de precio, a lo mejor la explicación es que allá si hay buenos competidores leales, que le pujan a sus presupuestos para bajar los costos de operaciones con tal de no sangrar demasiado a sus clientes, es decir, allá si existe la sana y libre lid de abaratarse para agenciarse más afiliados, no como aquí, que en lugar de bajar, subieron a precios espantables para los mermados bolsillos de los paupérrimos mexicanos, y conste que no soy Barranco Chavarría para entender a cabalidad lo de las finanzas, pero estos masiosares que obtuvieron una concesión para telefonía, llámense como se llamen, igual axtel, que iusacel, movistar o los demás, se pusieron de acuerdo entre todos para dejar caer unos “bilotes” de muchos ceros, o sea, que todos cobran igual de caro, lo único que hicieron cada uno desde sus cubiles de rateros, fue dar paquetes de más o menos tiempo aire, pero no lo bajaron ni un cinco al precio final del consumidor, si uno da el minuto a un peso el otro lo da a un peso con veinte centavos, pero si se habla más de media hora, regalan diez minutos más, y lo que es peor, es que los clientes cautivos por dejados e indejos, siguen comprando las tarjetitas pagando por anticipado un servicio que todavía no usan.
No para ahí el asunto podrido, si en una de esas, a alguien, por esos vericuetos que tiene la imaginación, se le ocurre abrir una cuenta en Telcel o en cualquiera de sus competidores de a mentiritas, lo obligan a firmar un leonino contrato de 18 meses con el compromiso mensual de pagar determinada cantidad por llamadas realizadas con un tope, pero si rebasan ese límite, las facturas pueden alcanzar cifras altísimas, pero lo peor, es que se la cortan, me refiero a la conexión, inmediatamente, lo criminal, es que según las letras chiquitas del documento de esclavitud con la compañía, el cliente, se declara en pleno uso de sus facultades mentales para sufragar un servicio que no dan, es decir, que aunque no puedan usar el teléfono, como quiera el recibo llega íntegro por la cantidad que se contrató, y todavía dicen que hay una oficina de Profeco que ayuda a los quejosos usuarios, pero si esos sirven para dos cosas, y a veces ni para eso.
Para que se enojen al parejo conmigo, queridos lectores, me enteré de que en Dinamarca es una derecho constitucional obtener una conexión de internet de 100 megas, y aquí en México, aunque digan lo que digan sus anuncios publicitarios, muy apenas llega a UN mega, y el servicio lento lo cobran a precio de oro, pero eso seguirá pasando hasta que no venga un súper héroe a defendernos de estos que roban en despoblado, lo más patético es que en el horizonte patrio de nuestra raza cósmica es que no hay un solo que se salve, son como el cabrón que ve desde su carro que tres gañanes están golpeando a un viejito, e indignado se baja para masacrarlo entre los cuatro. Ya dije.

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