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martes, 31 de enero de 2012

Día de la Candelaria


El día de la Candelaria no es una festividad cualquiera; se trata del preciso instante en que se levanta al Niño Dios, yo, cuando era un huerquillo, me ponía al lado de mamá, para observar el ritual de cerca, y es que, no sé si ahora, las católicas contemporáneas sean capaces de hacerlo con la misma devoción de antaño, porque eso sí, son buenas para andar en todos los bailongos con los curas, pero cuando se trata del trabajo espiritual, de ése si no saben nada, supongo que esto no lo deben haber vivido las nuevas generaciones, así que, les voy a platicar lo que hacía mi jefecita santa, quitaba de una por una las figuras del nacimiento que había heredado de mi bisabuela Panchita, y algunas otras, que deterioradas por el uso, había reemplazado, además, como éramos tantos niños en la familia, agarrábamos los monitos para jugar, travesuras de chamacos torpes que irrespetábamos la tarea mística de nuestra progenitora, entonces, los iba envolviendo en papel periódico con sumo cuidado, como si estuvieran vivos, a mí, eso, siempre me llamó la atención, más tarde, vestía al niño con la ayuda de su comadre, es decir, de la madrina del niñito, la que, además de comprarle el ropón, se discutía con unas docenas de tamales, luego, ambas, se dirigían al templo para presentarlo, lo que poca gente sabe, es que, esa es una tradición judía, al momento de completar la cuarentena, purificada la madre, era obligación llevarlo para que recibiera la bendición de Dios, el nombre Candelaria viene de la tradición de bendecir velas y distribuirlas entre los adoradores, y es que, las velas recuerdan las luces de Navidad y simbolizan las palabras de Simeón a José y María en Lucas 2:32 de que Jesús sería "la luz para revelación a los Gentiles y gloria del pueblo de Israel", esta es una de las pocas tradiciones que perviven, aunque con algunas modificaciones por culpa de algunos sacerdotes baquetones, que prefieren andar con su vinito de consagrar brindando con sus compadres, que promover dichas recreaciones de momentos inolvidables de nuestro señor Jesucristo, no quiero que vayan a pensar, queridos lectores, que los quiero convertir al catolicismo, si las religiones no son de contentillo, esas se llevan en el fondo del alma, y nadie, tendría el poder de desviar las creencias arraigadas en cada persona, por cierto, que los que se sacaron el “monito” de la rosca, tienen la obligación de invitar una tamalada a los asistentes el seis de enero, la verdad es que muchos no cumplen, pero les advierto, que es una bendición para los agraciados, aunque los disfruten todos los invitados, además, tampoco es que se gasten una pequeña fortuna, si, son bien baratos, uno de los detalles que me parece no es del todo ortodoxo, es que, vistan a los niñitos de futbolistas, o sea, imagínense, al bebito hijo de María y José, ataviado como un “bocho”, es decir como un jugador de las chivas, como que no está bien, todavía si fuera de las águilas del América, otra cosa sería, mi tía Candelaria, a la que, de cariño, o por mulas, todavía no se sabe, le decimos Candy, y es que, como vive en El Cenizo, Texas, la vieja afrentosa, se siente pocha, pues, para que se sienta más gabacha, le atornillamos ese apodo, hace un fiestón en su rancho en Anáhuac, mata dos marranos y cocina un asado que le queda para chuparse los dedos, todos vamos, ya dicen los regios, que a la gorra ni quien le corra, por supuesto que amanecemos celebrando el santo de nuestra parienta, pero también, para recordar que Jesús es la luz del mundo, y que le debemos adoración, a él, y sólo a él, debemos pedirle para que nuestros respectivos hogares sean de abundancia, prosperidad y amor, perdonen la invectiva, asiduos fans, a ver si no se encabrona mi mentor don Juan Pérez Ávila porque ando de beato fronterizo, mamá tenía un dicho para ese tipo de gentes que eran muy persinadas como yo: “las cruces en los pechos y el diablo en los hechos”. Ya dije. 

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