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domingo, 29 de enero de 2012

El Rey Ojo Alegre


Yo no le encuentro nada de malo, si el rey don Juan Carlos todavía tiene vigor para andar brincando de cama en cama, que alguien, cualquiera, me dé una razón válida de por qué no podría hacerlo, hasta donde se sabe, S.A.R doña Sofía, jamás se ha quejado de problemas maritales, al menos, nunca ha ventilado sus secretos de alcoba, supongo, tampoco soy especialista en el tema de la realeza, que habrá leyes escritas y no escritas para impedir la disolución de este tipo de matrimonios entre personas de sangre azul, la verdad, es que desde hace muchos años, los españoles han dejado de creer en los monárquicos cuentos de hadas, que antes, muy antes, eran llevados y traídos por los corredores palaciegos, no de ahora, sino siempre se ha sabido, que la corte de honor de la soberana, integrada por damas de alcurnia y noble cuna, le servían al rey como “frutitas” que se podía comer cuando a él se le antojaran, además, era considerado un gran honor que el hombre elegido por Dios, se fijara en alguna de las chicas, cabe decir, que eran todas muy guapas, educadas y refinadas, así que, no era mal visto por nadie que Su Gracia les diera sus revolcones a cada una por separado o en orgiástica bolita, por supuesto, que la reina, como toda una señora, se hacía de la vista gorda, finalmente, las uniones entre príncipes, no eran, sino arreglos de negocios entre las naciones para aumentar su poderío, lo raro de todo esto, es que, en las Casas Reales de todo el mundo, eran primos todos, o había un lazo consanguíneo, o sea, que la misma parentela eran dueños de todo cuanto se movía y respiraba en las grandes extensiones de tierras, bueno, pues todo este margayate lo ha provocado la periodista Pilar Eyre, que ha sacado a circulación un escandaloso libro cuyo título es tan perturbador como conmovedor: “La Soledad de la reina”, naturalmente que los altos mandos de Telecinco de España, la echaron a patadas de la empresa, escudándose en “nos llegaron ordenes de arriba, no podemos hablar del rey ni de su familia”, por lo pronto, el tal libro, ha levantado ámpula no solamente en la madre patria, sino también en el reino unido, ya que, en anteriores trabajos de investigación, la prensa británica había llegado a la conclusión de que Lady Diana, la reina de corazones, además de muy filantrópica, elegante y sofisticada, también era de cascos ligeros, que eso, no es para hacer una pila de leños y quemar su recuerdo en leña verde, pues se dice, se rumora y se comenta, que el rey don Juan Carlos, así de mustio como se ve, que no rompe un plato, con sus modales muy finolis, también le anduvo arrimando el camarón a Lady Di, no hay ninguna prueba de esa relación, supongo que, se encontraban muy a las escondidas, en alguna de las bodas reales a las que ambos estaban invitados, tampoco quiero entrar en especulaciones, si de eso de las infidelidades está lleno este repapalotero mundo, como decía mi tía Chencha, que cada quien viva como se le antoje, la autora del que, sin duda, ya ha de ser un bestseller, se ha guardado una gran cantidad nombres de las interfectas, a quienes enumera como: "la vedette", "la decoradora mallorquina", "las dos Palomas (una cantante y otra modelo)", "la estrella del destape de impresionantes ojos verdes", "la actriz jovencita", "un par de amigas aristócratas de juventud", "otra más que iba contando por Madrid que estaba esperando un hijo suyo", etc., Pilar Eyre, ha catalogado a don Juan Carlos como un “mujeriego en serie”, que se ha almorzado a todas las mujeres que ha podido, no sé, pero si así está el asunto tan serio de un monarca tan calenturiento, ha de haber decenas de hijos bastardos a lo largo y ancho de toda España y hasta en los países bajos, no pongo en tela de duda, que, al rato, ya que el libro circule libremente por todo el planeta, le saldrán vástagos para poblar dos veces China y países aledaños, bien reza el dicho, que no hay nada oculto bajo el sol. 

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