Yo no puedo hablar mal de todos los judíos, pero si puedo
hablar pestes de unos cuantos judíos y hablar bien de dos o tres, en ninguna
circunstancia se podría generalizar en contra de cualquier comunidad extranjera;
ni en México, ni en cualquier país del mundo, de jovencito, a mí me tocó la
suerte de serle simpático a la hermosa dramaturga y directora teatral Lya
Engel, de hecho, por ella aprendí que hay muchos mexicanos blanquitos ricos que
discriminan a sus paisanos prietos y pobres como yo, incluso, la esposa de don
Francisco Fe Álvarez, por bondadosa me daba unos centavos como pago a mi
lealtad hacia su persona, después, me contrató, sin decírselo a nadie, para
ayudarle a vender los boletos del teatro de la ciudad, que en 1986, en el globero
pueblo era considerado como si se tratara del Carnegie Hall, siendo que era un
teatrito pedorro habilitado a gran sala, pero como dijo la Nana Yoya de la
tele, eso es otra historia, hace muchos años, radiqué en el D. F, e intenté contratar
un departamento en Polanco, y un señor de nombre Abraham, me negó el alquiler,
porque “aquí somos puros judíos”, nunca entendí eso, estando en mi tierra, que
me negaran la posibilidad de rentar, siendo que aquí, ellos, y muchas
comunidades extranjeras habían venido a hacerse ricos, a los que, las
autoridades no solamente les permitieron tener sus casas propias, sino además
sus propios templos, sus propias escuelas con sus idiomas, con sus costumbres,
dentro de un territorio ajeno a su idiosincrasia, por eso, este sujeto anti
mexicano, de nombre Moisés Miguel Sacal, ha podido, con toda prepotencia, alevosía,
ventaja y premeditación humillar a un decente empleado, quien no pudo ayudarle
a arreglar la llanta de su Porsche, por supuesto que el video que el martes diez
de Enero pasó de mano en mano en Twitter logró que los tuiteros todos pusieran
el grito en el cielo, al observar como el empresario textilero madrea a Hugo
Enrique Flores, le tumba dos dientes y no conforme con eso, le grita a él y a
su compañero: “pinches gatos, pinches indios”, y claro que al pobre trabajador,
su patrón, el administrador de la Torre Altus lo despidió sin mayores
explicaciones, no sé, a lo mejor exagero al exigir que se le condene a cadena
perpetua, pero, digo, por lo menos, que se le aplique un correctivo ejemplar,
porque de este maltrato se supo en todo el mundo gracias a que alguien subió la
evidencia a Youtube, pero de los otros, de los que nadie se entera y que
padecen muchos mexicanos a manos de extranjeros que se sienten superiores a
todos, nada más porque tienen mucho dinero e influencias adquiridas, el empresario
textilero, ha sido señalado como el #GentlemanDeLasLomas en un HashTag en
franca referencia a las pirujas #LadiesDePolanco que agredieron a otro
empleado, al que ellas en tono peyorativo denominaron como asalariado, ahora,
el maricón textilero, ha mandado un recadito a través de sus abogados, en el
que pide perdón a la sociedad, por mí, que se vaya mucho a chingar toda su re
putrefacta progenitora, que eso que hizo, requiere no de ayuda sicológica, sino
de que le metan unas patadas en el penal, no soy rencoroso, pero estoy seguro de
que si el pobre empleado le hubiera respondido la agresión con un empujoncito
al vejete infeliz, los huleros funcionarios le hubieran echado todo el peso de
la ley para encerrarlo veinte años, gracias a Twitter se ha podido hacer
justicia en este caso tan patético de un judío cabrón, que, como dice Carlos
Marín en su “sesudo” editorial de Milenio, que mejor lo hubieran hecho jabón
del perro agradecido, y yo exijo que Moisés salga a la televisión para pedirle
perdón al agraviado, y que se deje dar dos chingadazos bien puestos en su
semita jeta por Hugo Enrique, para que además de que le resarza los daños económicos
por dejarlo sin chamba y sin dos dientes, se desquite por su coraje, que ya,
los mexicanos decentes, los que todavía tenemos capacidad de indignación, le
mentamos la madre millones de veces, y como dijo La Doña en una película, las
mentadas también duelen, aunque parece, que éste ni madre tuvo.
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