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jueves, 19 de enero de 2012

Crucero Concordia


El crucero Concordia se hundió en el mar ante el azoro de los testigos, nadie imaginó que podría ocurrir semejante accidente, y no por qué el barco hubiera tenido mecanismos especiales para evitar un naufragio, ya que, no se produjo por alguna avería mecánica o desperfecto técnico, sino porque el siniestro se desencadenó por una torpeza del capitán Francesco Schettino, quien, para complacer al maitre Antonello Tievoli, que tenía hartas ganas de acercarse a la costa, giró la orden para que el barcote se arrimara a la isla de Giglio, no se sabe lo que sucedió, pero los especialistas han asegurado que fue una maniobra muy peligrosa, a pesar de que la mayoría de las embarcaciones lo hacen para sonar la sirena y saludar a los habitantes, lo peor del caso es que según se ha sabido, solamente los integrantes de la tripulación contaban con salvavidas, lo cual, me parece un crimen de lesa humanidad, y digo, no habrá alguna autoridad que obligue a los dueños de estos armatostes con capacidad para miles de tripulantes que tengan lanchas y salvavidas para todos los de abordo, no de ahora, sino desde siempre, a los dueños y a las autoridades les ha dado por sentirse dioses, y consideran que sus naves son insumergibles, como presumía El Titanic en su publicidad de hace cien años, quizás no sea este el momento adecuado, pero se ahogaron doce personas y hay 24 desaparecidas, así que, ya veo a todos los legisladores desgarrándose las vestiduras y vistiendo de saco y ceniza como penitencia para crear nuevas leyes protectoras para los usuarios de estos cruceros de lujo, que, dicho sea de paso, son un negociazo redondo, que no deja lugar a ningún tipo de pérdida, porque son autosuficientes en todos los sentidos; tienen miles de empleados a bordo que igual cocinan, limpian, entretienen y vigilan a los clientes, es decir, nadie tiene que apearse, tampoco son tan caros los precios de sus boletos, bueno, hay para todas las clases socioeconómicas, como todo en la vida, depende del sapo es el sablazo, el zozobrado Concordia tiene una historia tan rara, casi parecida al emblemático Titanic, precisamente este año se cumple un centenario de esa famosa tragedia que hasta dio argumento para una película cuyo protagonista Leonardo Dicaprio saltó a la fama por haberse merendado en el asiento trasero del coche a la despampanante Kate Winslet, resulta que el capitán Schettino, está siendo acusado por una juez italiana de homicidio culposo y abandono de la nave, que esto es más penado entre los marinos de lo que nos pudiera parecer a los que somos pedestres, en teoría, por ética profesional, cuando se hunde un barco, o está por hundirse, el último que tiene que bajar de la nave, es precisamente el capitán, y Pancho Schettino fue el primero que se bajó para guarecerse en una lancha, lo malo para este medroso hombre de mar, es que, el Gregorio de Falco comandante de la capitanía de Liborno, que es el mero fregón por encima de cualquier tripulante del Concordia, mandó sobrevolar con helicópteros a la guardia costera a su cargo, y se percató de que Schettino estaba muy cómodo sentado dando órdenes a sus oficiales para que rescataran a los sobrevivientes en la nave, o sea, este sí, que merece que lo avienten de nuevo al agua pero infestada de tiburones, lo peor es que este tal por cual, hijo de su mal dormir, cada vez que le hablaba alguno de sus superiores para pedirle información acerca de la catástrofe, fingía que estaba arriba del barco, cuando la realidad es que ya se estaba tomando una margarita frozen muy quitado de la pena, por supuesto que ya lo tienen bajo arraigo domiciliario, y hasta donde se ha sabido, lo más probable es que reciba su justo castigo por haber dejado a su suerte a los aterrorizados pasajeros del lujoso crucero, en fin, espero que no sean tantos los muertos y que los desaparecidos, aparezcan ilesos. Oremos. 

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