Jamás, y eso que tengo muchos años ejerciendo tan digno como
respetable oficio de escribidor, he sido integrante de asociación alguna de periodistas,
no sé, supongo que tengo que haber firmado un papelito para considerarme miembro
activo, conste que me refiero exclusivamente a la actividad propia en dichas
cofradías, ya sé, que no tengo por qué aclararlo, pero en siendo la mía, una
columna tan leída, no vaya a ser el diablo disfrazado de fuego amigo, que se
pueda –o se quiera-- tergiversar la frase para enlodar mi reputada trayectoria
de probo cronista de los sucesos cotidianos del globero pueblo, y en eso estoy
de acuerdo con don Juan, yo tampoco blasono de periodista, si mi caja de caudales
intelectuales está tan desprovista de títulos universitarios, que ni siquiera
tengo un diplomado de la chabacana casa de cultura local, de lo que si presumo
con toda gallardía, es de mi labor de entretenedor con las anécdotas de mi
parentela entremezcladas con las noticias que palpitan en los tuétanos del mundo,
como en el sonado caso de Mario Delgado que se ha bajado del carro de los pre candidatos
al gobierno del D. F, con el que no quiero ser cabrón, pero no tendría ni por
qué haberlo anunciado, si nadie, ni siquiera mi tía Tencha, lo había palomeado
en la lista de postulantes del PRD, por supuesto que el ex secretario de
educación del D. F, no tiene nada qué hacer al ponerse al tú por tú con Miguel
Ángel Mancera, que es el favorito no sólo del partido del sol azteca, sino de
la sociedad capitalina, que su labor al frente de la seguridad de la metrópoli
más difícil de controlar, ha sido calificada como notable rozando en la
excelencia, así que, lo más seguro es que sea el candidato idóneo para los
amarillos, supongo que a estas alturas del partido, ya curados de espanto, los
del izquierdero, seguramente no estarán pensando en dar otro “Juanitazo” como
en Iztapalapa, que la Brugada ya andaba pariendo chayotes con el desmadre que
se le hizo, el tema del oficio de periodista, lo abordé porque hace unos días,
los que celebran ese día en las efemérides laborales, estuvieron de manteles
largos, supongo que muchos profesionales de los diversos medios difusores de
noticias se sentaron a la mesa con los funcionarios gargantones, pero como,
según el sapo es la pedrada, a algunos les ha de haber tocado comer taquitos de
a peso y a otros pechuga de ángel marinada en ambrosía, pero yo, como jamás he
recibido ni un regalo de algún político, es más, ni siquiera una tarjeta de
navidad, mucho menos una invitación a comer, así que, por tanto, escribo con la
soltura espiritual que me otorga mi libertad interior, se los digo con la mano
en mi Laptop siempre he tenido muy clara la posición de privilegio en mi oficio
de escribidor, aun siendo, mi columna, tan sencilla como lo es, mi compromiso
no es con el que me paga por escribirla, sino con quienes me leen, hace muchos
meses, así lo entendí, gracias a la lección de ética profesional desde la
cátedra de Don Juan Pérez Ávila, quien, en un artículo de factura impecable, me
conminó a quedarme en ademán agradecido a ustedes, asiduos fans, la realidad es
que, de origen, soy un cronista social, pero no se confundan, les advierto que
no soy un reportero coctelero, he sido, eso sí, invitado a felices eventos
durante muchos años, al principio con el único afán de confeccionar la reseña
precisa al cliente que compraba la inserción en las páginas del periódico para
el que colaborara en ese momento, luego, andando el tiempo, me requerían por
amistad, actualmente, estoy tan alejado de ese mundillo, que tengo varios años
que no me paro ni en un Blanco y Negro, y eso, que, modestia aparte, luzco como
un figurín enfundado en el tuxedo que rento en el distinguido establecimiento “La
crinolina de doña Cleofas” que está ubicado en la ampulosa colonia Blanca
Navidad, como quiera que sea, quiero felicitar a los periodistas en su día, que
nunca es tarde cuando la intención es sincera.
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