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jueves, 28 de enero de 2010

Vivir y dejar vivir

Tengo bastantes años de estar en lo de la confección de artículos, claro que ahora escribo muchísimo menos que antes, porque estando en los otros periódicos, tenía por fuerza que redactar una gran variedad de notas sociales, incluso las carentes de relevancia, de hecho, las escribía todas, pero las que más me gustaban eran las de los “beibichauers”, ya que las señoras jóvenes panzonas siempre me han parecido muy tiernas y conste que no hago burla de su preñez, que si en la juventud plena, se dice “en edad de merecer”, ya que las féminas merecieron, esa etapa de la gestación debe ser juzgada como “la edad de ya se chingaron” aunque algunas mujeres se sientan más elegidas por la maternidad que la mismísima virgen María, la verdad es que luego de que tienen al huerco, la vida nunca vuelve a ser igual para ellas, y aunque tengan dos turnos de enfermeras, nanas, sirvientas y sicólogos a disposición de sus vástagos, todos sus afanes se tornan a favor de su bodoquito, ya sé que a estas alturas de la Guillotina, habrá algunas de mis seguidoras cotidianas que han de haber arrugado la sección Show con harta muina, pero que hagan eso, no implica que mi opinión vaya a cambiar ni un ápice, además, no se malviajen, queridas lectoras, mis comentarios no son decretos, sólo son palabras al vuelo, en fin, para que no se sientan mal por lo de su esclavizada misión maternal, les transcribiré una de esas frases rotundas de Oscar Wilde, que muy joto y muy lo que ustedes quieran, pero era bien inteligente, pues ese inglés, al que le gustaba batir chocolate con los codos, dice: “Las mujeres son un sexo decorativo. Nunca tienen, nada que decir, pero lo dicen deliciosamente”.
Está bien, ya no voy a abordar temas tan escabrosos como lo de las notas de “beibichauers”, mejor eso se los dejo a Gaby Hinojosa y a Elvita de la Garza, aunque van a decir que como chingo con lo mismo, pero es que estos curas defensores de las uniones de índole natural, me colman el plato con su misma cantaleta de siempre, que los matrimonios homosexuales son “contra natura”, y lo dicen llenándose la boca de indignación, si así fuera, si de verdad estuvieran luchando para que los gays no se casen entre ellos, deberían mejor concentrar esas fuerzas para volver a traer a las ovejas a sus templos, porque de plano se están quedando sin feligreses, y conste que lo estoy diciendo de absoluta buena fe, a lo mejor si contrataran a edecanes para que acompañaran a sus respectivas bancas a los feligreses, incrementarían la afluencia a sus misas homofóbicas.
No lo digo yo, pero de todas las aberraciones sexuales, la peor es la castidad, según Anatole France, así que no vengan a darse golpes de pecho los curitas falsos, es más si todavía anduviera de cabrona la Lupe Dalessio, le pediría que les cantara una rola de esas como las que interpretaba antes de que se pusiera como marrana parada y se alejara de las drogas, lo que es peor que se dedicara a cantar aleluyas con los hermanos de otra religión, y en lugar de “ese hombre que tú ves ahí, que parece tan amable, tan atento y agradable sólo sabe hacer sufrir” que dijera: “ese cura que tú ves ahí tan atento y bonachón no te quiere como a los machirrines”.
En Twitter, el jurista Miguel Carbonell, que es un investigador de alto pedorraje ha defendido los derechos de los homosexuales de manera tan intensa que dice: “Una democracia debe proteger los derechos de tod@s, sin discriminación. Eso hace el constitucionalismo”. Y en una réplica de otro usuario, agrega: “Los derechos se dan, no se quitan” rotundo reclama: ¿Por qué nos cuesta tanto creer en la libertad y respetar la diversidad? Una de sus seguidoras, como yo que sigo a tan respetado doctor en derecho, declara en su “taimlain”: “Es vergonzoso y retrógrado el empeño en paradigmas familiares convencionales cuando lo primordial es respetar la dignidad de CADA individuo” y con esa última es con que la me quedo para demostrar que cada persona debe ser respetado en su forma de vivir. Ya dije.

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