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martes, 19 de enero de 2010

Gina Zuno

Viví por varios años en la ciudad de México y no es por presumir, pero en la capirucha, conocí a gente muy interesante, claro que nunca, por ningún motivo, me he juntado con alguien que no convenga a mis intereses, y no me refiero a la cuestión económica, aunque una queridísima amiga, siempre me ha dicho que el dinero no hace la felicidad; la compra ya hecha, pero les juro por el obispo de Ecatepec, que jamás he compartido dicha ética discriminatoria, si así fuera, tendría inscritos en la lista negra a más de cien amigos que son más pobres que una rata.
En esa época, una de las mejores experiencias de mi estadía en el D. F, fue haber conocido a la Dra. Gina Aguilar Williams de Zuno y es que, sin tener necesidad, ya que yo gozaba de una buena posición económica, me uní al equipo de colaboradores de la guapa esposa del Lic. Luis Eduardo Zuno Chavira, quien en ese momento fungía como delegado de la Álvaro Obregón, y no quiero ser culebro con nadie, pero no es lo mismo, nuestro globero pueblo, que la formidable ciudad de México, como ya se podrán ustedes imaginar, queridos lectores, pues me volví muy cercano a la Primera Dama de la importante demarcación política, entonces, yo que no soy capaz ni de levantar el plato donde disfruto mis pechugas de ángel marinadas en salsa de trufas, me topé con la dificultad de trabajar a beneficio de los demás, por supuesto que a la vuelta de algunos días, me convertí en el consentido, primero porque teniendo la percha que presumo, pues mi jefa no me iba a mezclar con la perrada, así que para desquitar un sueldo que nunca cobré, aunque ni falta me hacía, esa es la verdad, me levantaba a las seis de la mañana, porque la llegada era a las ocho en punto, y creo que jamás volveré a despertarme a esa hora ninguno de los siguientes días del resto de mi vida.
Gina trabajaba al parejo de nosotros, no era una de esas primeras damas remilgosas, y ya se sabe, que algunas son entre mamonas, pendejas y alzadas, ésta no, ella cargaba cajas, acomodaba bultos y nunca se sintió la divina envuelta en crema de chocolate, claro que tenía de qué creerse, si su marido además de ser un notable panista, al que, sus enemigos políticos, le tendieron una trampa, pero esa es otra historia, despachaba asuntos de índole notarial, así que gozaba de una envidiable posición social, era muy sencilla para vestir, y una vez, le pregunté la razón de su vestimenta, su respuesta no pudo ser más rotunda: “no puedo andar de seda y oro, entre la gente pobre”, naturalmente que eso se le llama tener sensibilidad política, no como otras que se dejan lucir enfundadas con el mejor perro de su closet, y Gina, tuvo tanto éxito como esposa del delegado y presidenta de la asociación civil “La Bondad es Amor Para Ellos” que yo le sugerí que lanzara su candidatura como la nueva delegada, y es que, esta mujer regia de porte y de nacimiento, supo llegarle al pueblo, y claro que entre regalos y despensas, amén de buenos tratos, se agenció el cariño y el respeto de sus gobernados.
En fin. La empatía social no es tan fácil como parece, se requiere tacto, mesura, educación, cultura y prudencia, por lo visto no todas son Gina Zuno, a veces quisiera hablar con varias que lucen su opulencia entre los desarrapados, para decirles que eso no se hace, que deberían de dejar esos trapos para presumirlos en las fiestas postineras y no para codearse con los pobres que se tapan con colchas de 20 pesos, además, se equivocan de lugar para hacer la pasarela, que esos minkes, zorros y demás animales “esóticos”, son para taparse en sitios de frío polar, si hasta eso, quienes las aconsejan para que se vean bien en público, devengan un sueldazo que no desquitan, a menos que permitirles se luzcan con esas extravagancias entre la pobreza extrema, sea una buena idea para que los adversarios políticos de sus respectivos cónyuges se les vayan directo a la yugular, además, esos errores son muy costosos porque las personas notan la estafa que les hacen cuando les dicen en sus campañas: “bienestar para la familia”, y se dan cuenta que las familias que se benefician son las de ellos, pero también sus amigos, compadres y achichincles que los acompañan.

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