Dicen que don Miguel Hidalgo tuvo varias mujeres a su disposición, y eso que eran tiempos en los que, a los adúlteros, los quemaban en leña verde, pero el cura, como bastantes sacerdotes actuales, y a veces algunos grandes jerarcas de la iglesia católica, tenía sus “queveres” con las mujeres de moral distraída, que de esas siempre ha habido, aunque antes eran más mustias, hipócritas y culebras, además de valerosas, ya que en ese entonces, si las pescaban en la movida, sobre todo las esposas ofendidas, podrían tener graves problemas, incluso las desterraban, bueno también dependía del poder del interfecto al que se estuvieran almorzando, lo realmente escandaloso del asunto de los amoríos del padre de la patria, fue que, antes de repicar las campanas libertarias de Dolores, se dedicó a la gozosa tarea de engendrar chamacos, y si los marineros tienen una mujer en cada puerto, este padrecito, en cada sacristía un amor.
A ver si no tengo problemas con un sacerdote local, por andar sacándole sus trapitos a orear a clérigo de tan alta investidura histórica en nuestro país, porque un día se me ocurrió hablar de que algunos padrecitos, son proclives al pecado de la gula, y es que casi todos, por no decir que todos, están muy repuestitos (así decía mi tía Prudencia para referirse a cualquier amiga pasada de tamales, dizque para no ofender), y ni vieran ustedes, queridos lectores, el citado cura se injertó en pantera, y fue a buscarme a mi amplia oficina de El Diario, lo bueno es que no me encontró, porque de seguro me hubiera dado cristiana sepultura, luego de darme un santo madrazo entre cuajo, bofe y pajarilla, pero como ahora no tiene manera de trazar mi paradero, por eso me atrevo a hablar mal de uno de su rebaño sagrado, conste que no me refiero a las chivas rayadas, y es que no me puedo sustraer a la recargada atmosfera de las fiestas del bicentenario, este lunes, luego del anuncio de la fatídica muerte del empresario judío Moisés Saba y toda su familia en el helicopterazo del domingo, López Dóriga, con su voz de pregonero de la noticia, es decir a grito pelado, informó que Emilito Azcárraga, que tiene cara como de niño de lento de aprendizaje, se sumaba a dichas fuerzas pachangueras junto con toda la bola de jotitos actrizos y machorras actoras para hacer programas especiales con los dos temas fundamentales a celebrar durante este 2010, es decir, la independencia y la revolución, y como yo no podía ser menos, cada vez que pueda daré mi versión de los diversos eventos, claro que no voy a ofender a ninguno de los difuntos libertarios que entre inciensos tricolores se veneran en el sagrario de la patria, pero intentaré descorrer los velos de algunos de los misterios que han rodeado desde siempre a nuestros próceres, como éste con el cual empecé, y es que los votos de castidad, obediencia y esas chimistretas, sólo han servido para brincarse las trancas desde tiempos de los conquistadores espirituales, de los padrecitos que se dan golpes de pecho, pero en el particular destino del cura Hidalgo, él se movía entre nubes celestiales y aguas cenagosas, y conste que no estoy inventando nada respecto a las mujeres del cura, que eso está bien documentado nada más que los editores de los libros de texto (que nunca los leí porque los detesto) nunca han estado autorizados a desmitificar a los grandes héroes mexicanos, como si el hecho de que hubiera tenido muchos amores, restara los méritos que se le han atribuido durante el desarrollo del tiempo desde el siglo 17 hasta nuestros aciagos días panistas.
En fin, cada quien sus héroes que ya se les llegará su día feriado, a lo mejor, un día muy pero muy lejano, los nombres de las calles, las estatuas de las plazas y las menciones en los libros, serán de Chente y Marthita, El Gordo Carstens, la máistra Elba Esther o López Obrador, pero de estos antihéroes hay mucha tela de donde cortar y varias colas que pisar, así que, el trabajo de los investigadores será como una especie de Ventaneando con Paty Chapoy, finalmente, eso es la historia, chismografía en grande.
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